Alain Veilleux, creando desde el estallido
Veilleux: “Me llevó a renovarme a nivel de relación y otras formas de abordar el proceso”
Por Isadora Arenas //
Es principio del segundo semestre del año 2019, y la 8va generación de la Escuela de Artes Circense de El Circo del Mundo se encuentra en su año de egreso, al inicio del proceso de titulación.
En esta ocasión es Alain Veilleux, con alrededor de 20 espectáculos de trayectoria, el artista convocado como director artístico del último espectáculo y con ello, guiar la temática y procesos a realizar de esta obra, la que finalmente se nombró: Crónicas circenses de un ESTA(lli)DO, una creación colectiva.
Alain Veilleux, de nacionalidad canadiense, quien desde el año 95’ ha sido parte importante del Nuevo Circo en Chile. Viajó junto a Cirque du Soleil, para formar parte de la primera transferencia de Nuevo Circo y Circo Social en el país, lo que posteriormente se transformó en El Circo del Mundo Chile.
En plena plaza Yungay, en el centro de Santiago, un ícono latente de ejes territoriales y asambleas comunitarias, barrio donde reside y del cual forma parte. Conversamos sobre su última dirección, los procesos sociales y su opinión con respecto a la sociedad chilena.
El director comenta sobre sus inicios en el país: “Al llegar, Chile estaba en un periodo donde las ONG tenían apoyo extranjero. En un camino hacia la construcción de una democracia y una ciudadanía”.
Veilleux destaca la diferencia de aquel entonces, el aspecto socioeconómico del pasado en contraste con la situación actual, vista desde afuera y con distancia: “Una sociedad sumergida en el neoliberalismo”.
Quién aclara que cuando llegó a Chile en año 95′ el circo era una forma de reapropiación del espacio público, ahora post estallido, la gente se apropió del espacio público para decir basta.
¿Cuál crees que ha sido el mayor cambio?
“Cuando volví sentí, a diferencia de la primera vez aquí en Chile, cómo el sistema se había metido en la gente, y cómo esto había desarrollado dos discursos. Por una parte, reclamar sobre el sistema, pero por el otro lado, un ser neoliberal en el fondo.
Cada persona buscaba su platita, su negocio, hablaba del nosotros, pero al interactuar, es un ser social neoliberal, y eso había calado en la gente. En una primera instancia, eso yo no lo había sentido, porque estaba comenzando”.
Veilleux estuvo en primera instancia en nuestro país cerca de 8 años, para luego volver a Chile en la década del 2010’s.
“Desde que regresé, Chile es otra cosa. Se rompieron los esquemas.
La pregunta es cómo la gente va a salir de esta estructura socio-económica que no está resuelta. Queremos compensar la necesidad emocional o material que tenemos o no tenemos a través del consumo, y eso no está resuelto. Ahora (post estallido) uno sale a comprar pan por el barrio y se saluda mínimo con 3 personas, eso cambió. Se organizó la gente, se creó una organización barrial, se aprendió a discutir y a conversar juntos. Nos encontramos aquí (plaza Yungay) para luchar contra el toque de queda y se crearon asambleas. Es importante aprender a conversar juntos. La sociedad chilena es muy privada, están los buenos y los malos, los ricos y los pobres. No podemos matar a todos los que tienen no tienen nuestra opinión”.
El director plantea una idea sobre cómo se gestionaron las artes desde octubre: “Se desapareció el ego piramidal del artista, y apareció el arte en post de la comunidad”.
¿Cómo repercutió en ti el estallido?
“Yo viví dos procesos, el ciudadano y el de director artístico, que no son separados, pero si paralelos.
Cuando comenzamos a trabajar, la temática de la obra era distinta, trataba sobre el ambiental, sobre el capital océano y la biodiversidad, pero luego llegó el 18Oct. y los alumnos pararon una semana para estar en la calle, luego fueron dos semanas, y después media jornada, y ahí iniciamos un nuevo proceso. No se podía hablar del peligro del planeta, cuando había gente muriendo en las esquinas. Algo no nos hacía sentido, teníamos que cuidar al cercano.
Le sugerí a los chicos (alumnos) trabajar sobre el estallido, y también no hacerlo de manera piramidal, tenía que ser horizontal, como las demandas en la calle.
Yo pensaba que los chicos se iban a empoderar, pero se lo tomaron apáticamente, y ahí tomó un vuelco, lo que era antes el momento de adrenalina del día “hacer circo”, se transformó en un momento de contención. Ellos como estaban en la primera línea, al volver querían apapacharse y hacerse cariño”.
El director relata lo que fue crear un espectáculo rodeados de imprevistos e incertidumbres. Todos los días ocurrían situaciones nuevas, donde la improvisación y la adaptación fueron fundamental.
Alain se organizó y compró gafas de seguridad, no para el espectáculo, como se podría imaginar. Las gafas eran para llegar sanos y cuidar al elenco, tras las reiteradas tácticas de disparar a los ojos de parte del estado.
“El sistema capitalista está temblando, y me pone los pelos de punta la frase ‘En chile nace y muere el neoliberalismo’. La gente que tiene las riendas en las manos, tiene guantes de fierro”.
La Analogía del riesgo
El director compara el riesgo físico del artista circense, con lo reflejado en la calle durante la persecución social: “La diferencia del circo de las otras artes, es que el artista de circo pone el cuerpo. En esta crisis social, la gente pone el cuerpo, hasta perderlo. Pero no es lo mismo, en el circo, puedes tener un accidente letal, pero la fuente del peligro no es la misma”.
¿Cambió el rol del director?
“Cambió. Generalmente cuando dirijo un espectáculo soy el director y no me cuesta decir que soy el capitán del barco, todos somos importantes, pero me toca a mi tomar las decisiones y encaminar el buque. Pero ahora al pasar a una creación colectiva, me llevó a renovarme, a nivel de relación y otras formas de abordar el proceso. Renovarme en el sentido de cómo abordar el trabajo, cada experiencia es una nueva página en blanco.
Al ser una creación colectiva, esta no podía ser abordada de la misma forma. Era más bien una creación desde ellos. Era cerrar un ciclo, ya que volvía a entregar la creación a manos de los alumnos”.
Veilleux recuerda cuando en Montreal en el año 92’, al finalizar la escuela de circo, en conjunto a su generación, fueron los precursores del primer egreso con una creación colectiva sin dirección de alguien externo.
“Yo estoy cerrando un ciclo, porque llegué para establecer un proyecto de circo social donde la meta era: ¿Podemos usar el circo como herramienta de dinamización social?
Yo llegué aquí, en el inicio del malabarismo en el parque Forestal, con la certeza de que el circo funcionaba, pero era un piloto. Tuve el privilegio de llegar e instalar eso, y se desarrolló. Se hicieron formación de monitores, trabajo con niños, réplicas con el Sename y el Hogar de Cristo.
Tenía la preocupación de que no solo fueran monitores o formadores, sino que también fueran artistas. Cuando comenzamos a hablar sobre el concepto de artista de Circo Social, nace la primera creación de espectáculo de circo social llamada ZirkoZita. Se crea la primera generación de circo y siguió avanzando. Y ahora volver a tomar una nueva creación de dirección de la escuela, fruto del mismo proyecto”.
¿Cómo se tradujo el estallido social al momento de la creación?
El director reflexiona al respecto, y plantea los cuestionamientos que se hicieron a nivel colectivo: “¿Cómo el circo puede tomarse un espacio (dentro del estallido) a nivel artístico?, ¿Será que podemos hablar de pérdidas de ojos, cuando hay personas que de verdad lo vivieron? ¿voy a entregar además una capa de sufrimiento?, ¿Qué podemos decir al respecto? Porque la realidad es muchísimo más fuerte de lo que podemos hacer.
¿Será un retrato de lo que sucede o una crítica al respecto? Entender que la gente que participa en la calle, sale con actitud de héroe/heroína. Oponerse a un paco con sus protecciones y armas, frente a una polera en la cara y una antena de TV. Es una presencia heroica, una carga simbólica. Darles una vuelta a los hechos, honrar a los estudiantes que prendieron la chispa, poder compartir preguntas y encontrar respuestas junto a los alumnos, fue muy grato. Yo participé de marchas, pero ellos estaban ahí, en la primera línea. Fue un privilegio de poder sentir y estar con los que estuvieron presentes, un contacto directo”.
¿Pudieron resolver el cuestionamiento sobre el valor del circo desde la creación?
“Para mi el circo es un lenguaje, no tengo dudas. Si tengo dudas de que los artistas puedan escribir algo con este lenguaje. Es importante dominar este alfabeto, los ensayos que se van escribiendo desde ahí y dibujar la obra.
Fueron pocas las funciones (5) por lo que no alcanzó, según mi opinión, una dinámica interna, a tener su propio pulso. Si estoy muy feliz con el espectáculo, ya que éste generó una catarsis. Eso funcionó. Desde el lado crítico, claro que jugamos con un tema a flor de piel, claro que va a emocionar”.
¿Qué resultados y mejoras sociales te gustarían para la sociedad y el arte en Chile?
“Yo desde que volví, estuve pensando sobre un modelo económico cooperativo.
Una forma jurídica con estructura que obliga a participar, un modelo de agrupación que se puede reproducir al modelo piramidal.
Yo pienso que el modelo cooperativo hace que la gente se sienta importante.
Tienes que estar más presente, que cada uno encuentre un lugar para participar, no solo esperar a que las cosas se hagan, sino que participar de la construcción.
Me gustaría que todos re aprendiéramos a compartir, a salir del sistema piramidal, desde el individuo, hasta las organizaciones.
Que los recursos públicos no pasen a ser privados. Ojalá que nos permita reevaluar el medio. Ojalá que el circo perciba su capacidad de acción, un desarrollo de su lenguaje, que puede activar socialmente, encargarse del vivir, de escribirla desde adentro. Para todas las artes”.
Fotografías por Tahia Muñoz Jiménez
Si deseas continuar una lectura sobre Alain Veilleux, puedes revisar en Pensando Circo, un artículo de opinión escrito por él, titulado: “Escucha, ternura y responsabilidad: Retrospectiva sobre un proceso horizontal de creación circense”.
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