La suerte de arriesgarse

El solo hecho de leer la palabra riesgo suena a peligro, nos hace alejarnos. Alejémonos del riesgo, pues, por un momento. Qué podría estar del otro lado del riesgo, quizás ¿la suerte?, ¿el éxito?, ¿la victoria? Poética de la Victoria. Suena bien, pues bien, se podría comentar que nuestro oficio depende del azar, pero ¿es así realmente? Es evidente que hay factores que no dependen completamente de nuestro cuerpo, factores concretos, si una acción sufre un cambio, por pequeño que sea, podría generar efectos completamente diferentes.

Me gustaría indagar en la poética desde la pluralidad, si nos remitimos a la visión tradicional de lo que conlleva “la poética” encontraremos un gran respaldo para la justificación y montajes de nuestros espectáculos. Simple y sencillo, la gente puede comentar saliendo de una función: “fue hermoso tal momento” a lo que se le responderá “si, es como su poética ¿no?”. En resumen, una manera de hacer un acto de creación. Pero, pese a tener claridad sobre ella, la poética de algo puede hacer referencia a campos muy diversos.

Podría decirse que ella no es la misma e idéntica, en un lugar determinado del mundo y en el otro. Casi como si existiesen “Las” poéticas” más que “la” poética. Sin duda diríamos que el mismo show no tiene el mismo efecto en todas partes, atribuimos ello a la cultura y estilo, que cambian mucho según la experiencia de la gente real, que vive en un determinado lugar y momento de la historia.

 

 

Así mismo, si viajásemos por el mundo, analizando teatro, baile y tradiciones locales, haciendo una especie de turismo acrobático en algunos casos, nos encontraríamos con que cada lugar tiene expresiones muy características, distintas, pero a la vez iguales dado que la humanidad es una gran familia, y en su diversidad comparte, transfiere, comercia, migra y muta.

Por ello indaguemos en la poética en plural, porque brinda tanto posibilidades de análisis como de creación. Cuando leí por primera vez “poética del riesgo” me quedó dando vueltas en la cabeza, me la quedé masticando, rumiando. Es genial, por fin algo que explica la atención que surge de la gente al momento en que me subo a una tela e invierto, cuando mi amiga hace una vertical sobre la mesa o cuando apostamos, con ella, por la rutina de humor que es la más jugada, que nos expone, pero a la vez, puede generar más risas. Sirve para justificarlo casi todo. Pero antes de probar hasta dónde podemos llegar creativamente, detengámonos mirar el segundo término.

Riesgo, lanzarse voluntariamente a él, que miedo. Lo primero que pensé fue en unos niños que oí hace poco, al ver la danza aérea cantaban “¡que se caiga, que se caiga!”. El solo hecho de leer la palabra riesgo suena a peligro, nos hace alejarnos. Alejémonos del riesgo, pues, por un momento. Qué podría estar del otro lado del riesgo, quizás ¿la suerte?, ¿el éxito?, ¿la victoria? Poética de la Victoria. Suena bien, pues bien, se podría comentar que nuestro oficio depende del azar, pero ¿es así realmente? Es evidente que hay factores que no dependen completamente de nuestro cuerpo, factores concretos, si una acción sufre un cambio, por pequeño que sea, podría generar efectos completamente diferentes. No puedo controlar el viento sobre las 7 pelotas que lanzo en el semáforo, por ello práctico mucho con 8 en espacio cerrado.

 

Un juego antiguo

 

Debemos recordar que una multiplicidad de acciones puede tener una multiplicidad de nombres. Buscando entre los nombres de la acrobacia nos encontramos con raíces, significaciones y significantes que nos entregan claves para repensarnos. Miremos atrás antes de ejecutar, veamos cómo se llaman algunas cosas y si algo nos traen.

Por ello me encanta la palabra Kubistica, aunque se refiere en un principio a la acrobacia, puede ser aplicada a las demás disciplinas circenses. Dicha palabra iría encaminada a ver al acróbata como un dado que gira. En una interpretación libre me gustaría proponer que los dados pueden representar tanto a los planos físicos del cuerpo humano, como a alguna especie de metáfora del juego.

Hoy en día usamos la palabra acróbata, que ya viene del griego, que en su significado más divulgado vendría a significar “aquel que camina con la punta de los pies”, sin embargo, su uso sería más bien posterior y bastante genérico. Si nos remitimos a Homero, no encontraremos Acróbatas, sino que Kubistas, o mejor dicho “κυβιστητήρ”. En la Iliada lo encontramos en primera instancia el Canto XVI 745-750.

 

«¡Oh! ¡Qué agilidad! ¡Con qué facilidad da volteretas!

(…), a juzgar por la facilidad

con la que ahora en la llanura da la voltereta desde el carro.

Verdad es que también los troyanos tienen buenos acróbatas.»

 

 

La cita pertenece a una exclamación de Patroclo, él acababa de lanzar una roca en medio de las cejas a un joven que conducía un carro, por la acción de las fuerzas el cuerpo del joven hace una voltereta, comparándose así a un Kubisteter. Expresiones similares sobre cuerpos y sus movimientos abundan en la Iliada.  Si la contrastamos con otras apariciones de los Acróbatas, se puede entender que la palabra utilizada para describirles no es antojadiza, ni tiene significados aislados. Kubisteter viene del verbo κυβιστάω, que vendría siendo “dar vuelta la cabeza” el diccionario Middel Liddell nos lleva incluso a la palabra Tumble, que ya nos acerca a “dar voltereta”. Importante destacar que una de las denominaciones para cabeza en griego sería Kubé (κύβη para Jónico épico) que se acerca mucho a Kúbos (κύβος) que viene a ser cubo, o dado.

 

¿Se imaginan a un dado haciendo acrobacia?, que divertido. Con nuestra nueva y reluciente “Poética de la suerte” podemos imaginar un sin fin de posibilidades, no solamente desde una dicotomía. Si lanzo un dado cúbico, no quiero sacar 1, es como el 0 de los dados, sería una derrota, fin de posibilidades, “truco” mal ejecutado. Sin embargo, si la buena estrella me sonríe y saco un 6, victoria, todas las posibilidades, truco perfectamente ejecutado. Además, escapando a aquel “bueno-malo” o “blanco-negro” tenemos a las caras laterales, 2 – 4 – 3- 5, simbolizarían ni lo uno ni lo otro. Sin tomar en cuenta las cualidades todavía, ¿recuerdan a los dados de colores? los jugadores de rol nos sacarían en cara el dado de 10 caras, el de 20, o el de 4 “el dado crítico”, la cantidad de caras sugieren gradualidades de suerte.

 

De pronto nos dejamos llevar por un sin fin de posibilidades. Es una herramienta que nos sirve para varias disciplinas, en la performance y experimentación misma nos encontramos con “muchas suertes”. Sin querer limitar el tema voy a explicarlo desde el payaso callejero en específico.

¿Han notado la cantidad de variantes que tiene una calle? Las esquinas y plazas pueden variar muchísimo de un día a otro. Les invito cordialmente a que se sienten en un lugar cualquiera de una ciudad o pueblo a esperar a que algo pase, algo pasará, estoy seguro. El caos de la ciudad, digamos que va a su suerte, es increíblemente productivo, por muy tranquilo que sea tu paisaje, siempre pasará algo, una persona, un animal u objeto movido por el viento.

Al momento de hacer una intervención callejera “improvisada” por decirlo así, nos abrimos a las posibilidades del mundo, que pase lo que tenga que pasar. Aunque si bien no vamos a controlar todas las cosas que van a suceder, aun así, nos prepararemos, de algún modo u otro. Vamos a elegir determinado lugar y hora, haremos nuestra preparación física y gestual, probablemente nos maquillemos, usaremos vestuario y nos serviremos de artilugios para nuestra puesta en calle. Son todas apuestas, truquitos y cábalas.

 

 

Con la nariz de payaso, apostamos por el círculo rojo de la cara blanca del dado, apostamos por el uno. Dado que como suponíamos, existen muchas poéticas, no existirían los mismos códigos para todo, en todo lugar. La diversión resuena diferente entre cada individuo y colectividad. La risa de la gente acusa lo chistoso, el sonido y la postura de las personas nos dicen de inmediato si “quieren que pare – quieren que siga”.

Obviamente nos valdremos de algunas estructuras, rutinas y recursos para interactuar con nuestro entorno, para aumentar las probabilidades. Un público muy tímido probablemente no se me acerque mucho, se generará una frontera de expectación alrededor mío, pero la misma cotidianidad de la gente puede romper dicha línea imaginaria cruzándola. Es porque claro, la distancia más corta entre un punto y otro es una línea recta, la gente se cruza. El apuro de la ciudad, azaroso, ayudar a crear más situaciones.

Si un espectador, probablemente infante, se acerca mucho, algo quiere decir, o tal vez no, depende de él, pero con su cercanía abre a interacciones muy interesantes. Se libra del distanciamiento del público, así que co-protagoniza momentos, aunque puede que no sepa bien qué es lo que realmente está pasando, ni quiera saberlo tampoco. En instancias así es en donde proliferan los concursos, desafíos y bromas. Si es más de una personalidad la que se me acerca, ¿cómo las hago interactuar? al fin y al cabo la suerte nos ha encontrado aquí, por algún motivo, ¡debe ser por algo!

He escuchado que el payaso es como tú mismo pero desbocado, sin frenos, ¡hasta de borracho se le acusa! nuestro diluido para diluir, sería quien se encuentra permanentemente probando a la suerte, lanzando todos los dados y apostándolo todo. Si el humor va en directa relación con nuestra concepción del absurdo en la vida cotidiana, entonces el artista cómico ha de probar suerte constantemente para llegar a la tirada de dados que deja en evidencia dicho absurdo en la cotidianidad de cada cual.

Podemos encontrar personas que no se ríen ni reaccionan, te miran fijamente sin ninguna expresión. Aunque puedes continuar con el flujo natural de la improvisación o estructura y así seguir tu rutina problemas, finalmente no te interrumpe. Pero hay un cierto desafío en su inexpresión, podría ignorarte, pero te mira, podría acercarse más pero no lo hace. Es entonces cuando sacamos nuestro arsenal, ¿ilusiones ópticas?, ¿proezas?, ¿empatía?, ¿dolor? Más nos vale practicar nuestras caídas. Lo importante es desplegar todas las posibilidades tanto de mi bolsa mágica como de la bolsa mágica que es el mundo como tal. Las combinaciones son únicas e impredecibles, como la vida misma.

La acción de imitar a alguien hace surgir el absurdo. Imaginen un par de dados que siempre caen en la misma cara, tiras 3 y el otro saca 3, 6 y saca 6, ¡que desesperante! puede que sea aburrido si se extiende al infinito, pero sería sin duda un absurdo divertido. Así mismo, la proyección en el mundo de objetos invisibles (como en la mímica) nos lleva a un sin fin de posibilidades, un mundo que no vemos, superpuesto al nuestro podría contener cualquier cosa, he ahí el inagotable as bajo la manga.

En última instancia me gustaría dejar sobre la mesa, por trabajar, la relación de la suerte con algunos aspectos de nuestro quehacer y la física que le compone. Voy completamente de acuerdo con la visión de que el circo tiene relación con las ciencias, mayor indagación en lo indeterminado nos llama a interactuar con probabilidades y variables. Vamos por la indagación en el caos, que nos lo venimos topando desde hace tiempo. Así mismo, existen más poéticas por aprovechar, la mencionada es una de tantas. El Circo puede ser el hogar de lo aleatorio. Sin duda pueden ser muy fructíferas las poéticas del ritual, del terror, de la enseñanza, hasta del poder. Lo importante aquí es abrirse a la posibilidad, podemos ganar mucho entre riesgo y suerte, si sabemos apostar.

 

Por: Néstor Salvador Troncoso Cabezas

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