Narrativas Circenses – Demian Menjunjes
Escriban lo que les salga de las entrañan. Editen aunque sea fotocopias. Pasen su voz. Insistan. Investiguen. Hagan redes. No se desanimen, que siempre hay maneras y experiencias de otros que tal vez allanan el camino
Siempre soñé con poder crear un correo viajero que lleve y traiga información alternativa, materiales varios que sumen pensamiento crítico al universo nómade circense. Aprovechar ese ir y venir del cirquero itinerante para crear rutas y redes que además de risas transporten experiencias, historias y saberes de pie de calle. Fanzines, revistas y/o libros. Es igual el formato. Lo cierto es que el objeto tangible tiene especial. No es lo mismo que leer en un blog, en un pdf, o un post de Fb. Con ese afán de volver las crónicas cibernéticas un hecho concreto empecé a editar fanzines muy rústicamente, allá por el año 2007-2008. Me encontraba en Venezuela, promediando un largo viaje, sin mucha idea nada relacionado al mundo editorial, ni tampoco es que fuese muy ducho para el collage ni tuviese un pasado anarko punk fanzinero. Simplemente la necesidad de expresar y llevar a papel experiencias de un viaje fue más importante que el cómo. Esas incipientes publicaciones se imprimían donde se podía. Buscaba fotocopiadoras baratas en las inmediaciones de las universidades o donde fuere. Creo que realmente comencé a distribuír esa primera tanda en Bogota, durante el marco del Festival Iberoamericano de Teatro, a los colegas y también a gente que me encontraba por ahí en mis peregrinajes callejeros. Pedía una modesta colaboración.
Al siguiente fanzine, mejoré un poco la presentación y el contenido. Edité una octavilla en un ciber denunciando un atropello policial contra los artistas callejeros en Salento, Colombia. Tuvo realmente más repercusión de la que esperábamos y de un día para el otro la Familia Flamini pasó a estar en boca de todo el pueblo. Ahí entendí el poder de la comunicación alternativa. Imprimir 100 panfletos fue suficiente para estar en la opinión pública de un pueblo. Por el año 2010 de regreso de un viaje por Europa a donde fui entre otras cosas, para conseguirme una computadora portatil, edité una seríe de fascículos con crónicas de viajes de esos años 2006-2010, asi como otro numero de la revista Menjunjes, que comencé a vender por los bares y dejar en las casas, hoteles o cualquier lugar donde pasase los años venideros. Con un ordenador a mi disposición y mucho tiempo de ocio para tal cometido, aprendí a armar pdf para imprimirlos en formato folletos. Es decir dejar un archivo listo para la impresión y armado. Así como salía de la impresora, era solo doblarlos al medio y engrarparlos. A fines del 2011 luego de mi primer gira Europea edité en Barcelona en una larguísima noche otro numero de la revista Menjunjes y partí a Mexico, donde me cargué de nuevas experiencias y por ende escritos. Asi fue que antes de acabar ese viaje edité en Oaxaca otro fanzine, en el que mejoré la calidad del papel y por primera vez me animé a meterle una tapa color que levanto mucho la visual y facilito la difusión. En el 2013 regresé a México DF, uno de los mejores lugares para el editor nómade. La existencia del barrio de Santo Domingo, ayuda y muchos. Podes hacer todo el proceso en cuestión de cuadras. Ya que hay montones de negocios para imprimir a blanco y negro, color, guillotinar e incluso encuadernar. En 2014 regresé a Buenos Aires y me contacté con la FLIA, feria del libro independiente. Una de los eventos contraculturales más grandes de la ciudad, que nucleaba a decenas de escritores y editores independientes. Por primera vez en año pude hablar con personas que se dedicaban profesionalmente al asunto y lo hacían de manera autogestiva. Muchos tenían imprentas en sus casas o conocían la totalidad del proceso editorial. Ver en vivo todo tipo de libros estimuló a la vez mis ganas de dar un paso más. Ese año salió un primer librito con lomo junto a Pablo Kabra, con textos sobre un viaje a Uruguay. Para el 2015 armé 4 fanzines sobre el arte callejero, con textos compilados de otros colegas y algunos extractos de entrevistas que realizase para un proyecto documental llamado “Las calles son nuestras”. Payaso de la Plaza, Malabarista de Semaforo y Poemas de un Payaso Nómade, se difundieron los años subsiguientes a todo rincón al que fuese. Los trocaba, regalaba, vendía e incluso le pedía a gente que se los lleve cuando viajaba. Le he perdido el rastro pero tal vez se imprimieron cerca de mil y deben estar en cientos de sitios insospechados. Al año siguiente edité mi primer libro Malabardo y Su Circo Errante, gracias a un encuentro fortuito con un investigador del conicet y a una pareja de editores colombíanos que había conocido en la FLIA. Allí por primera vez hubo un arduo trabajo de edición, maquetación y corrección que incluyo un equipo de 5 personas. Tener un libro libro grande, de 260 páginas, tamaño A5 fue dar un paso. A los días de sacarlo a la calle, me volví a ir de gira. Me cruce el charco con varios de ellos y pude comprobar algo que ya sabía, lo pesado y difícil de transportar que son los libros. Con el cruce de fronteras empezó a verse el real problema de la edición independiente: la distribución. Hice una primera tirada de 100 de los cuales la mitad se fueron apenas editado entre amigos y conocidos en Buenos Aires. Una parte de lo restante me lo lleve de gira a Europa en el fondo de la maleta. Si, me llevé 10 kilos de libros. Y otros tanto fueron viajando con amigos y colegas. Si sabía de alguien que fuese a México, le pedía que me llevé 5, si iba a Brasil, lo mismo. Así creo que llegaron los primeros a Chile, por medio de mi compare Mostacho.
Malabardo es un libro pensado para se pase de mano, que se mueve, que se presta, que se regala. Sobre todo porque habla de un viaje y una ruta común que han realizado muchísimos cirqueros… Luego de casí 7 años desde que se editó y más de 500 copias vendidas le he perdido el rastro. Cada tanto me encuentro a alguien que me dice haber leído el libro, porque lo compro o lo encontró en una biblioteca de algún cirquero.
Creo que en el año 2018 estuve por última vez en Chile y dejé algunos más en Enjoy the Circus, una tienda de malabares que ha sido la principal difusora de mis ediciones en Chile. En 2020 edité Poesía Payasa, un libro con el que quise darle un contenido visual a mis palabras, sobre todo porque entendí que el mundo del circo callejero es bien plástico y visual, que en el pasado los carteles de los circos eran grandes obras de arte y sentía que había que retomar eso, digamos, que era necesario poner la poesía también en imágenes. Asi fue que salió un libro coral, que tiene más de 50 ilustraciones de diversos artistas callejeros de Hispanoámerica. No fue muy largo el proceso. Inicialmente me cominiqué con algunos payasxs y malabaristas amigos de los que conocía su afición a la ilustración y otros aparecieron por medio de una convocatoria en las redes. El libro se movió bastante desde el inicio. En gran parte es mérito de los ilustradores.
Desde ese entonces envié, no sin cierta dificultad, varias veces libros a Chile. Todas de contrabando, digamos, por medio de amigos y colegas que hicieron de chaskis. Mostacho, Camilo, El Yipi, Nati, entre otros llevaron mis libros, mezclados entre otros enseres, y así atravesaron la jodida aduana chilena sin ser incanutados. Esta técnica la aprendí de Raul, de Cabeza de Martillo quien inició su negocio aprovechando los viajes de los malabaristas y asi expandió su incipiente tienda a Argentina, Brasil, Uruguay y el resto de latinoamerica. El año pasado mis libros se empezaron a vender también allí.
Para mí no es solo una cuestión de ahorrar dinero en costosos envíos, que hacen casi inviable el acarreo internacional de libros y que alimentan a empresas oligopólicas que ganan más que los autores. El asunto que más me motivó a enviarlo por medio de correos payasos son esos encuentros azarosos que se producen cuando las cosas viajan por medio de personas. El momento de la entrega es la a vez el inicio de un posible vínculo. A veces pienso que personas que no se conocen, se encuentran por medio de mis libros y quién sabe qué es lo que sucede. Siento que es una manera también de conectar humanidades en estos tiempos donde todo es tan virtual…
Lo literario es algo que lleva muchas horas de dedicación y da poco dinero. Por épocas full time por otras se entrecorta con las giras, que me nutren de historias y por ende de nuevos textos y encuentros. Por eso las hojas se llena a cada viaje y eso desemboca en muchos proyectos a futuro. Seguir imprimiendo y difundiendo la cultura circense callejera nómade, difundir a escritores independientes, acercar al público del gremio otros títulos sobre temáticas de teatro/ clown/ creatividad/ circo/ comedia/viajes y la más ambiciosa crear una colección con autores circenses contemporáneos. Lentamente están surgiendo artistas que se animan a escribir sus experiencias, sus poesías, sus visiones del mundo en el que están inmersos y dejan plasmado en papel algunas de las mágicas e inumerables historias que alberga este oficio.
Y lo último y a mi gusto lo más importante. Menjunjes ediciones funciona autogestivamente. Acá la guita para imprimir sale de lo que puedo ahorra esporadícamente como artista de calle y de los que me compran o aportan a la causa. Si, toda esta locura se sostiene únicamente por mi empeño inquebrantable, y por gente que compra libros y alimenta la rueda. Nunca gané que una beca ni un subsidio ni nada que se le parezca. Y aunque cuesta un poco más lo que más me gusta de esta forma es que no hay plazos, ni hay que cumplir con nadie y sobre todo que existe un control del proceso total, desde el contenido, armado, maquetación, impresión y la distribución. Con los años ha ido lentamente caminando para ser un emprendimiento autosustentable. No digo con esto que sea fácil pero tampoco imposible. Lleva mucho tiempo, mucho trabajo no pago, pero eso se equilibra con la libertad que te da poder expresarte sin condicionamiento alguno. A nadie que rendirle cuentas más que a uno mismo. Asi que más decirle. Escriban lo que les salga de las entrañan. Editen aunque sea fotocopias. Pasen su voz. Insistan. Investiguen. Hagan redes. No se desanimen, que siempre hay maneras y experiencias de otros que tal vez allanan el camino. La identidad propia se han ido forjando a pura prueba y error. De seguro me queda mucho por aprender. Y recuerden Se va aprendiendo con la práctica, como en todo oficio, como con los malabares, es cuestión de darle y darle. Siempre es bueno asociarse con otres que sepan de cosas que uno no. En mi caso hago agua en el marketing digital, el diseño gráfico, en las ilustraciones, pero me doy algo de mañana corrigiendo y editando. Asi que busquen completementar, sumar.
Espero que están palabras hayan servido de algo, al menos de motivación para echarse a hacer lo que sueñan…
Por: Demian Menjunjes