Pensando Circo – El Circo del Mundo, una heterotopía, un emplazamiento en la periferia de la ciudad

Este ensayo, pretende convertirse, en un pequeño  ejercicio de memoria acerca del espacio en el que actualmente se ubica el Circo del Mundo y de  cómo este lugar, es un buen ejemplo de eso que Foucault llamó en su obra heterotopía.

Este relato comienza con un viaje. Una travesía.  Que lleva, a la periferia de Santiago, un espacio inscrito, un emplazamiento, un lugar pleno de signos, que invitan a la interpretación, habitado por una cultura que resiste, que es resistencia, que tensiona;  y que paradójicamente,  está y no está inserta en el tejido social. Periplo de un  grupo humano que los lleva a instalarse, a habitar,  en la República independiente de “El Circo del Mundo.

“Igualmente hay, y esto probablemente en toda cultura, en toda civilización, lugares reales, lugares efectivos, lugares dibujados en la institución misma de la sociedad y que son especies de contradicciones, especies de utopías efectivamente realizadas donde los emplazamientos reales que se pueden encontrar al interior de la cultura están a la vez representados, contestados e invertidos; suerte de lugares que estando fuera de todos los lugares son, sin embargo, efectivamente localizables”(Foucault, 1984, p. 19)

El Circo del Mundo es una organización que surge en el año 1996, a  partir de un programa desarrollado por Cirque du Soleil y Jeneusse du Monde, quienes capacitan en metodología de circo social  a actores y bailarines. La misión de esta organización es: “Promover y difundir el Circo como un Arte Escénico y una experiencia transformadora para el desarrollo humano, potenciando contenidos creativos, artísticos, formativos y metodológicos” (CDM, 2018).

En la comuna de Lo Prado, entre las carretera 68 y la Av. General Bonilla; se yerguen las carpas del Circo del Mundo, espacio dedicado  al desarrollo del Nuevo Circo. Sin embargo no han sido los únicos habitantes de este lugar. Anterior a esta organización,  albergó en los años 50 a una obra de ladrillos y arenera, y en los 80 funciona el emblemático parque de entretenciones Mundo Mágico.

Desde la arenera de los años 50 al espacio artístico que hoy funciona,  este territorio es objeto de numerosos cambios en sus instalaciones, que traen consigo, resignificaciones del lugar, desde numerosos ámbitos: sociales, económicos, simbólicos. Primero como construcción  de objetualidad y concreción, en la época que se fabricaban ladrillos, del cual no quedan restos a simple vista, pero si memoria en personas que lo conocieron, como en el caso de un ex guardia del Circo del Mundo,  que siendo niño conoció esta obra.

.El 13 de abril de 1983 se instala Mundo Mágico, proyecto desarrollado por Swinburn & Pedraza Arquitectos, que en plena dictadura, recrean a un Chile en Miniatura, instándolo como una representación ideal de nuestro país:

“Este objetivo implicó que el paisaje nacional fuera sometido a un proceso radical de selección y de descontextualización. Éstas operaciones, junto a la cuidada precisión puesta en la fidelidad de algunos de los modelos exhibidos, hizo de Chile en Miniatura un artefacto que puede ser comprendido tanto como un documento del estado del patrimonio nacional a comienzos de la década de los ochenta, así como una visualización de un ideal de paisaje chileno”.(Carrasco, 2016, párr.2)

Espacio  dedicado a la familia, tras la selección de los paisajes y lugares que iban a ser representados; da como resultado  la exhibición de un bello país,  que no refleja  la realidad de Chile,  quebrado por los excesos de la dictadura y que,  en esa misma década, sufre todo tipo de crímenes y de  violaciones a los derechos humanos. Es imposible no reflexionar como en un mismo país coexisten visiones e imaginarios tan polarizados como en esa época, que pone  a este proyecto, como un ejemplo emblemático de la idealización y visión impuesta por  la dictadura.

En el año 2000, fecha en que cierra Mundo Mágico, el espacio es habitado por personas en situación de calle y animales abandonados, para finalmente, en el año 2006 instalarse, paradójicamente sobre los vestigios de este mundo mágico, del territorio idealizado en épocas de la dictadura, este  nuevo emplazamiento, que representa creemos, un espacio de resistencia a los modelos neoliberales impuestos por la dictadura:  que privilegian la competencia, el consumo, el individualismo;  resignificando  el espacio, instalando otros símbolos y superponiéndose a los otros dos estratos.

El Circo del Mundo como emplazamiento.

Caracterizaremos al del circo del Mundo como un emplazamiento, según la concepción foucaultiana: “El emplazamiento se define como las relaciones de vecindad entre puntos o elementos, formalmente,  pueden describirse como series, arboles, entretejidos” (Foucault, 1967, p.17)

La cultura circense conjuga varias categorías en sus espacios: es comunidad, pero también espacio individual; es lugar de trabajo, pero también de entretención; tiene oficinas y lugares de entrenamiento, es artístico y también social. En este emplazamiento se entretejen las historias, contiene memoria y elementos testimoniales de los otros moradores de este espacio, o  de aquellos que lo habitan actualmente, en los bordes,  del actual ocupante del lugar.  “no vivimos en un espacio homogéneo y vacío, sino, al contrario, en un espacio totalmente cargado de cualidades, un espacio tal vez rondado por un fantasma…” (Foucault. 1984, p. 17).

Para llegar al Circo del Mundo están la avenida y la carretera, pero para aquellos que lo hacen caminando existen 2 sendas: una que va por el parque que atraviesa la Av. General Bonilla y la otra que parte en la Corporación de Lo Prado y que se interna por los restos del Mundo Mágico. El autor Kevin Lynch en su obra la imagen de la ciudad define las sendas como “…los conductos que sigue el observador normalmente, ocasionalmente o potencialmente”. (1959.p.62). Este camino de tierra que nos lleva a las carpas del Circo del Mundo está inscrito en un territorio que contiene vestigios de Chile en miniatura, desperdicios, vegetación que crece libremente; bajo los antiguos puentes no es raro encontrar vagabundos que se refugian, pajarillos y una animita.

Resulta imposible no reflexionar acerca de cómo, esta antesala a las carpas del circo, esta senda, integre este elemento de nuestra cultura, en parte religioso, en parte un constructo estético, que al igual que el circo, está profundamente arraigado en nuestra cultura: “La animita es una expresión de nuestra particular forma de experimentar la religiosidad, la vida y, en especial, la muerte. Es una manifestación anónima y espontánea que surge ante un suceso trágico e inesperado, y que marca la presencia intempestiva de la muerte en este mundo” (BND, 2018, párr. 1) un mojón en la senda que conduce al Circo del Mundo. Aquí nos encontramos con otro elemento compartido por ambas expresiones culturales: el tema de la muerte, que es también una constante en el imaginario de la gente  del circo, es una presencia permanente, con la cual cada artista se relaciona,  confronta y  burla,  en cada truco que está en proceso de aprendizaje o es ejecutado por el intérprete de circo.

Esta animita está profundamente relacionada con las gentes del circo, se comenta como la presencia del joven que murió en el 2010, aparece en al camino y se detiene al llegar a las carpas del circo. Lugar desde donde solo observa. Existe respeto y reverencia, por parte de los artistas, alumnos, por todos los que trabajan en el circo y por los parientes del joven que cometió suicidio en este espacio. Si tratamos de leer o interpretar este mito del Circo del Mundo; este fantasma podría representar para  este grupo humano,   un vigía en aquel sitio donde  día a día se juega con la muerte, un guardián que paradójicamente, la buscó que y la encontró.

En este emplazamiento de la comuna de Lo Prado, en plena ciudad, en uno de los barrios populosos de Santiago, en este espacio mágico confluyen mundos: el Mundo de los vivos, de los muertos, de los artistas, de los hombres que quieren volar como las aves. Es un portal que comunica a la ciudad y sus habitantes con espacios mágicos, sobrenaturales y místicos. “Los fantasmas” parafraseando a Foucault, que se pueden encontrar en esto sitio.

El Circo del Mundo como una heterotopía

El circo siempre ha tenido la cualidad de albergar la diferencia, en el imaginario  aún persiste la idea del circo como territorio que alberga a todos los que huyen de sus hogares, los que no se adaptan, a los giróvagos.

El Circo Contemporáneo o Nuevo Circo se diferencia del Tradicional, por la incorporación de la danza y el teatro, por no ser un circo de familia y no incorporar animales en sus espectáculos. Los primeros polos de desarrollo de esta nueva disciplina, se encuentran  en el Parque Forestal y en el Circo de Mundo.

¿Por qué el Circo del Mundo se puede concebir como una heterotopía? Es interesante considerar el locus de esta organización, desde esta conceptualización de Foucault, la que se usa actualmente, para analizar  la ciudad contemporánea:

“Frente al conjunto jerárquicamente organizado que caracterizaba al territorio medieval, hoy en día «el espacio en el que vivimos (…) es un espacio heterogéneo”. (Atributos orgánicos, 2018)

El Circo del Mundo como espacio puede ser entendido como una heterotopía en cuanto es un espacio heterogéneo y que en su diseño no tiene noción de conjunto jerárquico, pero también a partir de la idea de la utopía realizada:

“Igualmente hay, y esto probablemente en toda cultura , en toda civilización, lugares reales, lugares efectivos, lugares dibujados en la institución misma de la sociedad y que son especies de contraemplazamientos , especies de utopías efectivamente realizadas donde los emplazamientos reales , todos los demás emplazamientos reales que se pueden encontrar en el interior de la cultura están a la vez representados, contestados e invertidos; suertes de lugares que,  estando fuera de todos los lugares son, sin embargo, efectivamente localizables”(Foucault, 1984, p.19).

Es preciso resaltar, como parte de este análisis,  la cualidad del circo de acoger la diferencia y la diversidad históricamente,  característica que se extrema  en los espectáculos del circo freak  del siglo XIX, que incorporan  la anomalía como espectáculo, convirtiéndose en el espacio de lo alterno, que acoge la rareza. El circo posmoderno resignifica estas nociones, al instalarse como espacio alternativo, que es capaz de desarrollar comunidad y de dar cabida a la alteridad.

Este emplazamiento podemos definirlo como un espacio resistente, de resistencia y que paradójicamente asume la fragilidad de la carpa y del espacio como suyo. Un lugar donde se forman artistas de alto nivel artístico, reconocidos internacionalmente, que se constituyen como una élite artística en nuestro país, que sin embargo, se instala en este espacio periférico, en un territorio vulnerable; formando una comunidad, una cultura propia, diferente, que está y no está integrada a nuestra sociedad. Espacio tensionado permanentemente por la  disyuntiva de mantenerse como espacio alternativo o convertirse en una empresa y,   por la lucha de ser absorbido por la cotidianeidad, por lo monótono del espacio oficial.

Desde la idea de la utopía realizada, no es cuestión menor  el preguntarse ¿Hasta Cuándo? Hasta cuándo seremos testigos de la existencia, de la sobrevivencia de este emplazamiento que lucha por ser democrático, por mantener la diferencia, por constituirse como “una república independiente”. Espacio en  el que son y están: niños, niñas, jóvenes,  artistas, gestores, formadores, madres, padres, guardias, curiosos, espectadores, locos, soñadores. Y que es un interesante punto de partida para realizar una investigación de este atractivo espacio emplazado en nuestra ciudad.

Podemos concluir que este lugar se constituye como un interesante lugar de reflexión y que invita a proponer múltiples lecturas, desde los simbólico, desde su ser contenedor de memoria y como el de constituirse en un emplazamiento que cuestiona y interpela al espacio urbano oficial.

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