Itinerantes: Alberto Díaz

Creo que gracias al circo pude encontrar herramientas, para integrarlas a mí forma de trabajar. Gracias al circo encontré una manera de expresarme, pude encontrar una forma de liberar todas esas emociones y sentimientos que surgían ante los actos de injusticias existentes en el país

 

“Alberto Díaz Gutiérrez, egresado de la 7° generación  El Circo del Mundo – Chile y con estudios en Centre national des arts du cirque (Francia).  Hoy participante de la compañía L´oublié”

 ¿Cómo llega a tu vida el circo?

ALBERTO: Mi primer contacto fue con una carpa que llegó a Melipilla. Yo estaba en la casa de campo de mis padres y fuimos a ver el circo, ya que nunca habíamos ido, además yo era muy pequeño y no tenía idea de que trataba. Era un circo muy pequeño, precario, la carpa en mal estado, etc. Pero había en él una energía increíble, eso es lo primero que recuerdo.

Cuando sentí que este iba a ser mi camino en la vida, fue en las manifestaciones del año 2011. Yo estudiaba en el INBA, ahí estaba un compañero mío llamado Sebastián que me mostró lo que es el “diabolo”. Quedé fascinado con lo que se podía llegar a hacer con los malabares y me di cuenta que me gustaba mucho. Fue un desastre al principio, pero me gustó. Luego intenté con los balones y también me costó. Pero encontré la “contact” de equilibrio, ahí me encanto y encontré mi rumbo. Ese mismo año tuve la posibilidad de hacer un taller en la ARCIS, con la compañía “supresión horizontal” dirigida por Cristian Lopez. Ahí tuve mi primera experiencia con la dificultad correspondiente que tiene el hacer circo de manera constante, yo era una persona que no podía siquiera hacer una flexión y me vi enfrentado a este mundo donde tenía que rendir y estar disponible todo el tiempo, además de tener una condición física increíble. Posteriormente vi el trapecio y me encantó, quise probar y poco a poco aprendí. Entonces fue el malabar como primera instancia y la “contact” que hasta el día de hoy me ayuda en lo que hago. Después el taller comunitario con “El turco”. Ese sería mi primer contacto con este mundo.

 

Hay algo que me mencionas dentro de tu relato, que tiene que ver con el estallido social ¿Cómo cambia aquel momento  tu lógica o visión al interiorizarte en el circo contemporáneo?

ALBERTO: Creo que gracias al circo pude encontrar herramientas, para integrarlas a mi forma de trabajar. Gracias al circo encontré una manera de expresarme, pude encontrar una forma de liberar todas esas emociones y sentimientos que surgían ante los actos de injusticias existentes en el país. Entre los problemas sociales que podía observar, como las diferencias estructurales. Siento que el circo me abrió una puerta de expresión que hasta ese momento estaba ligada a otro ámbito de mi vida.

 ¿Te permite conectar de forma más directa, estar frente al público?

ALBERTO: sí, completamente. En pocas palabras el circo vino a salvarme, yo era un caso complicado pues era bastante tirado al trago, tenía muchos problemas personales y emocionales. Pero el circo restableció todo eso, entregándome herramientas físicas e implementando una disciplina para yo superar mis trabas, enfrentar mi timidez también, todo de forma súper amena. Se fue dando todo de a poco superando barreras personales y que impone el arte escénico en sí, en ese sentido mi cuerpo, mi forma de expresar y comunicar con el mundo y las personas, cambió completamente. El hecho de poder trabajar con mi cuerpo y con compañeros que están en la misma idea que yo, poder desligarme de ciertas ideas morales y conductuales que para la gente que trabaja con su cuerpo comienzan a ser muy banales, me permitió relacionarme más tranquilamente con el mundo y siento que el circo me abrió una puerta en ese sentido, de manera muy grata. Hasta el día de hoy sigo explorando ciertos códigos y llevando mis raíces a lo que yo hago, que de cierto modo sigue siendo un poco difícil.

 

Después de este primer encuentro partes a estudiar circo en El Circo Del Mundo, que es tu primer contacto con la formación circense ¿Cómo fue ese periodo, como llegas a esta instancia?

ALBERTO: En realidad antes del “circo el mundo” también hice formación en el centro de artes aéreas, con la compañía “Balance”. Eso para mí es súper importante de mencionar porque eso sentó las bases de mi trabajo en el trapecio y fue lo que me permitió entrar al El Circo Del Mundo”. En el taller que mencioné anteriormente con Cristian López, me preguntaba si existía una manera para vivir de esto, lo tomara como hobby o algo que me hiciera bien en mi vida. Allí me dijeron que si de verdad quería especializarme en esto  o seguir por mí mismo, si o si llevaba un desgaste físico y una gestión continúa. Supe que era difícil pero me comentaron que estaba la oportunidad del “circo el mundo” son tres años y estaría súper bien para ello. En ese momento postule con mi “contact” que era mi fuerte, realice una audición aproximadamente el 2016 y ese mismo año el circo cerró por un año. Creo que fue un momento de problemas financieros y tuvieron que cerrar. Entonces busque otra opción ya sabía que ese era el camino que quería elegir, y encontré la opción de la compañía “balance”, fue muy duro, muy intenso todo lo que es preparación física acrobacias equilibrio y luego lo que yo buscaba que es aéreo, ahí entendí que un año en la compañía podría beneficiarme mucho en todo sentido. Ya que hasta ese momento todo lo que era acrobacias y equilibrio lo había probado vagamente en taller anterior, pero con ellos avance increíblemente. Esto me permitió nutrirme bastante para luego entrar al “circo el mundo”

En el año 2017 entré a la escuela y de ahí empezó el delirio de soportar horarios extensos de entrenamiento y otros deberes, con una exigencia alta. Todas las clases eran muy largas y duras pero eso formó un carácter que hasta el día de hoy me preparó para todo. La escuela estando en contexto Chile sigue teniendo muchas dificultades, mucha precariedad, pero se me han abierto puertas pese a todos los obstáculos.

Estando en la escuela, gran parte de lo que soy hoy en día se lo agradezco mucho a Álvaro Valdez, porque me forjó en la investigación del trapecio que hasta el día de hoy sigo ocupando ciertas consignas que él me entrego, él era muy exigente con lo que quería ver y el tipo de cuerpo o movimientos. También a Agustín Collins, que me abrió un mundo dentro de la investigación del circo que yo no conocía en ese momento, me enseñó ciertos autores de teatro que pudieron nutrir mi imaginario y hasta hoy seguimos hablando, compartimos inquietudes con el circo, trabajamos en la búsqueda  de que es el video circo en un momento, compartiendo. También tuve la suerte de encontrarme con ciertos personajes, en mi promoción, nos ayudamos a impulsar metas nuestras que hasta entonces veíamos muy imposibles. Hasta el día de hoy soy un aprendiz de circo.

¿Cómo visualizaste en un principio poder itinerar, expandir tu conocimiento, poder viajar y tener nuevas experiencia?

ALBERTO: Mis primeras experiencias ligadas al circo fueron con Sebastián, la persona que me mostró los malabares en ese tiempo en el 2011, el 2012 decidimos viajar mochileando a dedo hacia el sur, fue nuestro primer encuentro con el arte de la calle. Trabajamos en semáforos, terrazas. Una vez nos fuimos en invierno, con nuestros malabares, íbamos conociendo más este mundo que nos agrada cada vez más, ahí el camino nos regaló ciertas experiencias, conocimos distintas nacionalidades, que en cierto modo hasta que no salí de ahí en ese período chile estaba muy cerrado a la extranjería, era muy raro ver variedad de nacionalidades fuera de lo típico. Se generaron amistades que continúan hasta hoy en día, todo eso gracias al circo.

 ¿Allí surge en ti la inquietud de poder profesionalmente desarrollarte, viajando y extendiendo tu visión?

ALBERTO: Exacto, en ese sentido allí fue la primera vez que pensé de verdad puedo viajar, conocer otros mundos y visiones con el circo, pero también haciendo lo que amo.

Profesionalmente, creo que eso comenzó a forjarse el segundo año del Circo Del Mundo, cuando con varios compañeros nos dijimos, ¿cómo podríamos seguir aprendiendo? Si bien es cierto El Circo Del Mundo nos brindó una base muy sólida, sentíamos que nos faltaban ciertas herramientas para perfeccionarnos en áreas que nos gustaban, y siento que con los compañeros que nos fuimos, nos faltaba el lenguaje propio del aparato y poder tener más herramientas dentro de la escena para generar una propuesta más interesante. No solo para generar propuestas de circo sino, también para ampliar nuestro mundo, por ejemplo en la danza, en el teatro o música y no sólo restringirnos a este mundo que no solo es muy pequeño, ahora hay más gente que practica pero sigue siendo un nicho bastante reducido y que fácilmente se agota en el sentido que damos una vuelta y puedes conocer fácilmente con quienes podrás trabajar o no. En cambio cuando se abren las puertas a otras artes escénicas, artes plásticas o en general, te das cuenta que puedes mezclar y hacer cosas inimaginables.

 

¿Cuándo llegas a Europa, te toca ver muchas mezclas de artes escénicas?

ALBERTO: Si. En cierto sentido me di cuenta que había una investigación bastante desarrollada. Dentro de lo que se habla, dentro de lo que uno imagina como una panacea del circo, creí que encontraría miles de respuestas. Pero lo que encontré es que aún tienen ciertas dudas e investigan demasiado, eso es lo que más me encanto. Hubo propuestas que me volaron la cabeza, fue una compañía catalana/Francesa que diría es la compañía que muestra el ideal del circo contemporáneo para alguien que le gusta este tipo de circo. Tiene un trabajo escénico increíble, una escenografía alucinante, trabajan con la pintura, acrobacias, con distintas disciplinas, es una atmósfera muy particular y muy propia de su compañía. Yo vi eso y dije: ¡Woow!, este es mi sueño. Si tengo alguna meta en la vida yo creo que sería trabajar con ellos.

Hoy en día he visto propuestas muy interesantes de chicos (en Chile) que se basan en nuestras raíces en nuestra identidad y ahí siento que se da vuelta la tuerca en el sentido que se empieza a crear circo contemporáneo de verdad, con la imagen de lo que es vivir en Chile, con las herramientas que hay.

¿Cómo ha sido este proceso en Europa?, ¿es difícil ser un itinerante latinoamericano en Europa?

ALBERTO: Mira, puedo hablar solo desde mi experiencia sin generalizar. Pero Pensando en la trayectoria que yo hice que es llegar a la escuela, es una escuela superior como se dice acá al estar categorizada en distintos rangos. Sería la escuela donde te especializas en la técnica que elegiste y luego te vas al mundo laboral. Para mí fue bastante difícil el tema de la integración, por el hecho del lenguaje y comprender la cultura francesa que hasta el día de hoy me cuesta. Por otro lado está el mundo del trabajo que me favorece bastante y en cierto sentido, podría ponerlo así: si uno es capaz de mimetizarse y entregarse completamente al proceso y casi olvidar lo que uno aprendió, por decirlo de una manera, un “formato de circo”. Creo que no sería muy difícil entrar en este mundo, pero para mí también fue importante en mi proceso, no olvidar lo que yo aprendí y no olvidarme de lo que me gusta del circo, y eso me llevó a combatir a veces con mis profesores, otra gente por defender otras maneras que para ellos, no eran lo suficientemente acorde a lo que ellos buscaban. Entonces tuve problemas en su momento y uno que me marcó mucho fue cuando me dijeron “oye esto es demasiado Latino”, yo en ese momento le dije en ese momento “sal de aquí, no podemos seguir hablando así. Estás atacando mis raíces, no me estás dando ninguna crítica constructiva, tú me estás simplemente despreciando, mencionando que debo dejar de ser yo mismo”. Luego lo hablamos y quedó “todo bien”, pero siempre hay una resistencia a lo que viene de fuera. Y no podría decirlo con propiedad porque no soy quien para decirlo, pero siento que hay una mirada altiva respecto a que la manera de hacer circo acá, puede ser mucho más elevada con respecto a otros. Esa sensación que me da cuando tengo que estar en un segundo plano es algo que me cuesta bastante. También hay otros medios donde uno se puede mover y es mucho más libre lo que se puede trabajar pero si uno se quiere insertar de lleno en lo que es el medio, como circo contemporáneo francés de alta gama hay que respetar ciertos códigos que a mí me parecen un poco difíciles de conllevar. Como el hecho de darme cuenta que acá el circo es casi para la clase burgués más que para otro público, es algo que me choca bastante pero al mismo tiempo es lo que permite subsistir y entregar financiamiento a todo lo que mueve el circo en general, pero son luchas internas que dentro de mi ética tengo que llevar pero hasta el día de hoy es muy difícil dejar una para optar por otra

¿Es más individual la práctica de circo en Europa?, en relación a tu experiencia anterior a las diferentes escuelas que te tocó participar en Latinoamérica.

ALBERTO: Si. Hay una sensación de mayor individualidad en el trabajo en general, pero creo que responde a aristas como decían, los latinoamericanos tienen una facilidad para el contacto humano, y el hecho de sentirnos vivos cuando estamos en grupo, que también hace que se nos haga muy difícil entender el ¿por qué?, hay mucha individualidad acá. En el sentido de circo, sin entrar en temas ajenos. Acá por decir de cierta forma, en los lugares de práctica o escuelas se respeta mucho el espacio privado.  Al momento de entrenar, se respeta mucho al momento en que uno está trabajando. Me parece que ese paso permite dar mucha libertad a lo que uno quiere hacer y da mucho respeto en general al colectivo, que para uno como latino puede ser muy chocante porque, no sé, en la escuela me sentía muy solo. Ya que imagínate un espacio de aproximadamente una mitad de hectárea, solo para poder entrenar dentro de distintos aparatos y secciones distribuidos donde podíamos había trampolín, ruedas alemanas, trapecio, etc. Entonces yo estaba en mi sección de trapecio, pero claro, los demás entendían y yo entendía que estaba trabajando, entonces muy raramente pasaba alguien a tu espacio, cuando eso ocurría era muy como “disculpa”. Pero como buen latino,  en algún momento sentí una falta de compañerismo, como cuando hacíamos creaciones grupales, todos son muy buenos profesionales, pero esa sensación antes de subir a escena, esa energía o ritos que por ejemplo que hacemos antes de subir a los espectáculos en Chile, no he podido encontrarla con otras personas que no sea latino. Tengo algunos amigos italianos o españoles que me han dado esta misma sensación pero todo lo que es Francia o más hacia el norte, no he podido conectar de una manera tan sincera o por decir, más como esa energía que nos reúne a todos y que nos impregnan antes de subir. No me la puede entregar quizás esta base de una cultura muy diversa, que no me lo permite.

 ¿El contacto con el público, esta conexión directa que se genera en el circo es muy diferente a lo que se genera o te  tocó vivenciar en Chile?

ALBERTO: Si. Mira de partida no he hecho mucha calle pero las veces que he hechos siempre hay mucha buena onda, lo que sí me encanta es que hay mucho respeto por la persona que está haciendo arte. Eso como base me llena el corazón. Lamentablemente aunque a mí la energía de Chile me encanta, muchas veces encontré gente que nos tiraba mala onda solo por existir o ser artista de calle o incluso cuando hacíamos espectáculos más grandes por el simple hecho de no hacer lo que ellos consideraban formal. Nos hacían críticas o gritos al aire y eso lo pude encontrar muchas veces. Pero al contrario acá, hay mucha calidez que llega a ser demasiado para mí, como público ya está la base de respeto pero muy rara vez vas a encontrar gente que se emocione y los exprese abiertamente de corazón, con mucha euforia.

Al principio es muy difícil captar esos códigos, también de cierta manera en ciertos espectáculos que uno normalmente esperaría ciertas réplicas o risas entre medio, acá como esta mucho ese sentido de silencio hasta el final de la obra, y encontrarme con eso ha sido difícil, pero después cuando uno entiende, ya estás habituado, entiendes la reacción de la gente sabes cuándo es sincero o cuando no. Acá se da mucho lo que es ir a conversar después del espectáculo con la gente, uno hace lo que es un “borde de escena”, nos sentamos y conversamos con el público eso es también muy grato, surgen preguntas muy interesantes respecto a lo que uno hace, o simplemente recibir un “gracias”, eso lo considero muy lindo. A veces nos encontramos en el bar luego del espectáculo y ese contacto creo que me agrada muchísimo.

¿Qué cosas extrañas de Chile, ya sea practicar o de estar en el circo del país?, ¿hay alguna idea que te gustaría implementar en Chile o de cierta forma compartirla también con tus colegas de Chile?

ALBERTO: Justamente el año pasado fui después de 4 años, a ver a mi familia o amigos. Justo tenía esa idea rondando, ¿que podría llevar? Yo en mi cabeza nunca he pensado quedarme en Europa para siempre, mi idea sería en un momento volver a Chile y ayudar al gremio de circo de alguna manera, dentro de lo que yo pueda o mis capacidades. Pero siento que las herramientas  que puedo entregar en este momento van mucho más ligadas a lo que es la creación, investigación y la puesta en escena. Pero no en el sentido de escenografía, sino, en los cuerpos en escena. Estuve en un principio de mi aprendizaje buscando ser el mejor trapecista del mundo, eso quedó atrás hace mucho tiempo, el hecho de investigar el aparato acá me entregó una manera muy distinta de ver el circo a como lo veía hace un tiempo atrás y creo que la idea que me gustaría transmitir en este momento, como con lo que yo quiero y me gusta hacer, sin imponer tampoco, es la relación con la especialidad que uno trabaja, como con el cuerpo y cómo podemos entregar ciertas emociones; códigos; símbolos para que el espectador tenga mayor capacidad de interpretarnos en lo que queremos expresar, dando pistas y abriendo el imaginario al público. En eso me gustaría ayudar bastante porque creo que lo que es técnica, Chile está en un nivel increíble y al venir a Europa pude darme cuenta. Yo estoy muy agradecido con todo lo que me entregó el “circo el mundo”, porque aunque en este momento este catalogada como una escuela preparatoria, para poder llegar a escuelas superiores. Siento que he visto otras escuelas preparatorias de acá que no llegan al nivel de lo que me entregó esa escuela. Siento que si el circo pudiera obtener los recursos que se merece, gracias a su trayectoria y gracias al esfuerzo existente de toda las personas que hay detrás.  Podríamos tener una escuela increíble, siento que en Chile hay mucho talento, me parece increíble sobre todo en malabares y aéreo hay demasiada gente impresionante. Pero falta inversión de parte pública o privada, porque veo un potencial increíble, comparado concretamente dejando de lado cualquier conflicto, veo gente que fácilmente podría entrar en cualquier escuela de acá si se lo propusiera y tuviera los medios. Pero también lo que me choca bastante y me gustaría que sucediera alguna vez en Chile es poder tener una escuela nacional donde alguien diga: no quiero irme afuera, quiero estudiar acá. Que eso sea de verdad posible, ósea poder realizar primero la escuela pero también con esto crear un medio donde se consuma circo, porque aunque a uno le encante lo que haga, el circo sigue siendo para mí, un servicio de entretenimiento y es un nicho. Para que el circo siga creciendo hay que incentivar a la gente a ver circo. Hay personas a las que sí les encanta, pero sigue siendo un nicho pequeño, yo siento que si se llega a abrir más esta puerta y se invierte en más áreas de distintas maneras podemos ir creciendo. Pero es un plan enorme o interminable y sé que mucha gente está tras ello, no es como que esté contando algo nuevo ni nada, pero siento que me encantaría ser parte de lo que sería la  creación de la escuela nacional en Chile. Me encantaría ayudar a impulsar esta idea y poder, antes de morir, ver como hay gente que puede formarse aquí y no tiene que romperse la espalda para intentar quedar en una escuela al otro lado del mundo, alejándose de familia y amigos, cambiando todo por un sueño. En cierto sentido aquí se ganan mil cosas, en este momento, no por vanidad ni nada, pero he aprendido distintos idiomas gracias al circo, he aprendido a conocer distintos tipos de gente y sus realidades, pude experimentar distintas cosas que en Chile no podría. Siento que soy una persona mucho más abierta a lo que era antes, pero eso no quita que el sufrimiento ligado a tener que dejar todo sea menos para poder llegar donde estoy. Si de verdad pudiera existir esto allá, en ese momento tan difícil que es la formación de una persona, creo que sería bastante lindo decir: me quedo acá entreno y con una buena calidad de escuela. Sería un sueño.

 ¿Cuál es tu presente hoy en Europa y cómo visualizas tu futuro?

ALBERTO: Hoy en día trabajo con la compañía de Rafael Duatel que se llama “compañía L´oublié” estamos haciendo un espectáculo que va a girar hasta el 2023, que se llama el ciclo de lo absurdo. Es el espectáculo que hicimos de fin de formación en el que estudiamos, y que desgraciadamente no pudo ver la luz porque salimos en pleno “covid” y entonces la compañía al ver que el espectáculo funcionaba bastante bien tomó las riendas del espectáculo y dijo: bueno, si la escuela y el sindicato nos permiten vamos a hacer una gira de un año, entonces ahora somos empleados de esta compañía durante toda esta gira y ha sido hermoso. He podido conocer distintos teatros de distintas latitudes de Francia, enormes, bellos, teatros nuevos y siguen existiendo ciertas fechas por aquí y por allá en junio. También estoy creando en este momento un solo de trapecio que idealmente debería ver la luz entre el 2023 y 2024, que es mi proyecto personal. Y para el 2024 voy a empezar la creación con una compañía de teatro como Acordanza, que también es un proyecto que me tiene muy motivado. La directora me propuso este trabajo, debo aprender ciertos códigos del teatro que ella veía que yo aún no dominaba, y para mí fue genial. Estaré trabajando con una muy buena compañía, me van a enseñar creación. Entonces estar trabajando y aprendiendo al mismo tiempo ha sido un sueño en este momento.

Para el futuro me gustaría ir y venir hacia Chile, para sembrar una semilla dentro del gremio de allá. Un plan y un sueño futuro sería crear un espectáculo financiado con dinero de aquí y de allá, en el cual pudiera traer gente de Chile, hacer un espectáculo bien nacional y si sale bien viajar a otros lados, en el que se pueda mostrar a gente que me gustaría ver de allá acá. Porque en mi último viaje hice algunos contactos con gente la cual me agradó mucho su forma de trabajar, me interesa mucho verlos y ver como siguen, para ver si un día podemos trabajar juntos y quien sabe que se podría hacer. A esas alturas trabajar más de director que de intérprete, o poner a la gente en escena más que estar en las tablas.

¿Qué lugar hoy en día, que parte de tu vida, mente o corazón ocupa para ti el circo?

ALBERTO: En este preciso momento diría que estoy en una relación complicada con el circo, después de tantos años entrenando y trabajando, llevando al límite el cuerpo donde he tenido costillas rotas; tobillos destrozados; muchas lesiones; las manos destrozadas. Creo que mi cuerpo está bastante cansado, reacio a tanto circo, sigue teniendo la mayor  parte de mi corazón pero mi cuerpo me dice paremos un poco e investiguemos otras cosas. Quiero reintegrar a mi práctica ciertas cosas que dejé hace tanto tiempo por el hecho de hacer tanto circo, como la música o la guitarra, como volver a recopilar todo eso para nutrir lo que hago en el circo. Eso no quita que el circo sea lo que más llena mi corazón y mi mente cada día, también es lo que me permite subsistir y seguir viviendo aquí y allá, me permite viajar; seguir conociendo y creciendo como persona. Pero siento que en este momento de, dejar de ver en todo minuto el circo, siento que durante y un año más después de las escuelas uno se encierra demasiado y no tienes tiempo de ver todo lo que hay en el mundo no tienes tiempo para nutrirte fuera, y cuando empecé a abrir los ojos fuera de la escuela fue como: wow, hay un mundo de posibilidades y yo soy un niño todavía. Pero creo que justamente gracias al circo me pude dar cuenta de eso y eso tiene todo el mérito del mundo. Siento que es el poder ser tan flexible con otras artes, las ganas de poder investigar otras cosas las tengo gracias a que el circo es tan maleable; tan extraño y tan permisivo que me dan ganas de ir en busca de otras cosas pero siempre estar agregando a mi práctica, para poder agregar ciertas calidades al trapecio; a la danza; a la acrobacia; al malabar. Todo gira en torno a que me esté moviendo.

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