Valentina Escorza: “De Chile me fui porque se me cerraron las puertas”
A los 18 años Valentina Escorza (31) dio dos pruebas para entrar a estudiar teatro endos de las universidades más importantes de Chile, pero una era muy cara y la otra no la aceptó por su baja estatura. Se fue del país, se formó en las calles de Italia a pulso y hoy cree más que nunca en la autoformación, tanto es así, que hace dos años es protagonista del espectáculo «Joyá» de el Cirque du Soleil en México, convirtiéndose en la primera mujer chilena en ocupar ese rol.
Por Rodrigo Chacón T.
Fotos: Gentileza de Valentina Escorza
Un día de octubre del año 2017 Valentina Escorza debutó en el espectáculo “Joyá” del Cirque du Soleil, pero llegar a este momento no fue fácil, ni tampoco lo hizo por los caminos tradicionales. Valentina no viene de una formación tradicional en Chile o un perfeccionamiento en el extranjero, como sucede con muchos artistas. Al salir de 4º Medio quiso postular a la carrera de teatro en la Universidad Católica, pero el costo del arancel era impagable para su familia. Lo intentó después en la Universidad de Chile, pero en la casa de Bello no la aceptaron por su baja estatura, que llegaba al 1.50 mts.
La desilusión por este sistema educacional la empujó a buscar su propio sueño formativo, pero lejos de su hogar. Dejó familia, amigos y su casa. Tomó los ahorros que los padres juntaron para su educación en Chile y partió a buscarse la vida bien lejos de su patria.
El teatro la llamaba, desde pequeña se sintió atraída por las tablas, amor heredado de sus padres, que se conocieron en las salas del Pedagógico cuando su mamá estudiaba Literatura y su papá Psicología. Ambos participaban en montajes teatrales hasta que la dictadura cortó toda expresión artística de la época.
Ya son 13 años de vivir y trabajar en el extranjero y dos años de ser la actriz protagónica del espectáculo “Joyá” del Cirque du Soleil que se desarrolla en la Riviera Maya mexicana, donde también vive desde que fue llamada a ser parte del elenco.
“Joyá” es el primer espectáculo permanente del Cirque du Soleil en el mundo y es presentado en México. La historia narra las aventuras de una adolescente que repentinamente es catapultada a un mundo creado por su abuelo, un hombre extravagante y amante de la naturaleza.
Nos contactamos con Valentina a pocas horas de que entre a escena para conocer su historia, sus inicios, sus convicciones y los proyectos que tiene en mente donde por cierto, está el volver a Chile para crear su propio centro cultural.
¿Por qué decides partir de Chile?
-Soy actriz y vengo del teatro más político, callejero y social. Cuando tenía 17 años me fui a Italia a buscar oportunidades para hacer teatro.En Chile postulé a la Católica y a la Universidad de Chile. La UC era muy cara y mi familia no era de muchos recursos, por lo tanto no pudo ser. En la Chile luego de hacer las pruebas físicas, me dijeron que era muy bajita. Dado este escenario, agarré mis cosas y me fui a Italia. Gracias a mi bisabuelo podía tener la ciudadanía italiana, lo que me facilitó mucho mi estadía. Al principio trabajé barriendo calles e hice de todo.
¿A qué te querías dedicar allá?
-De muy pequeña me gustó la danza, el circo y mi acercamiento mayor era siempre el teatro. Pero el teatro callejero lleva mucho de circo también ya que las artes se mezclan y eso es lo que al final busca el circo. Es decir, la unión y conexión entre diferentes personas. Es el encuentro entre dos seres humanos desde un lugar no tan burgués sino que humano. Y bueno, esta búsqueda me llevó a la unión de estos dos polos. En la compañía que estuve en Italia se llama Teatro Dei Venti (Módena-Italia) y practicábamos juegos, zancos, teatro, malabares y siempre desde una dramaturgia teatral, entonces los temas eras siempre políticos, sociales, migraciones, frontera, etc.
¿Cuánto tiempo estuviste con ellos?
-Seis años, ellos me formaron y hasta ahora seguimos teniendo contacto.
¿Vienes de familia circense?
-No, mis padres hicieron teatro, pero en tiempo de dictadura, por tanto siempre fueron censurados y dejaron de hacerlo. Mi madre es profesora y mi papá psicólogo, sexólogo y psicoanalista. De ellos viene esta sensibilidad distinta. De pequeña fui siempre muy hiperactiva y con ganas de comunicar, hacer acrobacias y unir el teatro con el circo, en un espacio donde el cuerpo sea el protagónico en transmitir y decir cosas más allá de lo textual.
¿Cómo fue el tomar esa decisión de partir de Chile y de tu casa a tan temprana edad?
-Fue una decisión muy dura porque era pequeña estaba a punto de cumplir 18 años y terminando cuarto medio. Al dar esas pruebas de ingreso a las universidades uno se da cuenta que son bastante mercantiles y que el sistema te lleva a pensar en que son la única manera de formación. Antes, la autoformación era muy bien vista y hoy en día se dice, “ah esos son hippies que no se quieren comprometer”. Yo siento que no es así y creo firmemente en la autoformación. La practico y la sigo practicando. Eso me ha hecho llegar donde estoy ahora.
Es un camino distinto.
-Claro, es un camino más difícil porque es una misma la que se tiene que regular, auto medir y exigir, por lo tanto tomar este camino es de libertad, pero tiene mucha más responsabilidad. Es libertad que no puede ser libertinaje y es hermoso porque una se forma sola y a conciencia. Te superas, buscas nuevas herramientas, nuevos lugares para construir un aprendizaje. Todo es un aprendizaje. Cuando en la universidad me dijeron que no, me sentí muy agobiada porque el sistema te hace sentir que son ellos la única opción.
¿Cómo decidiste dar el siguiente paso?
-Afortunadamente tengo una familia que son mis grandes amigos y pilares fundamentales. Ellos me apoyaron, se gastaron todos los ahorros que tenían considerados para mí y mi hermano y les dije “denme esos ahorros y me iré allá a estudiar teatro y generar mis cosas”.
Y te fuiste…
-Claro, me fui con esa mentalidad de que la universidad lo es todo y sin título no se puede hacer nada, pero allá me di cuenta que no es así. Allá la universidad es súper teórica y la práctica se hace en academias, autoformación, compañías, clases magistrales y seminarios entre otras cosas. Además hay grandes profesores como el director teatral italiano Eugenio Barba un gran maestro para mí. De esta forma viajé por varios países y haciendo mi propia formación.
¿Qué tan duro fueron esos comienzos?
-Durísimos porque no hablaba nada de italiano y muy poquito inglés. Me fui a la vida. Llegué a Milán porque había un primo lejano que me podía recibir un tiempo. En realidad me fui a la guerra… a hacer patria.
Era otra época
-Claro, otros tiempos, sin whatsapp, sin redes sociales, sin mail, no tenía teléfono, me sacaba la mierda trabajando y si quería comunicarme era por carta o llamando de una cabina telefónica que además era muy caro. Por lo tanto esa distancia se siente el doble. No como ahora que llegas a tu casa, te conectas y estas en todas partes. Además no hablar el idioma fue muy duro por eso tuve que partir como barrendera, copera y limpiando waters. En general trabajos súper precarios. En Milán me di cuenta que la gente es muy fría, ya que es una ciudad de industria y moda. Existe el arte, pero cuesta mucho entrar y es caro. Por lo tanto, tomé la decisión de irme a Roma. Allí pulí más el idioma y me atreví a garzonear. Ya ganaba un poco más y con mi primer sueldo me compré una bicicleta. Me puse a viajar por pueblitos subiendo la bici a los trenes.
Ahí te cambió la vida…
-Conocí Módena, Bolognia y me topé un día con el ensayo de estos chicos del Teatro Dei Venti en la calle, con bengalas, fuegos de artificio, zancos, acrobacias, música en vivo y un teatro itinerante que se movía en plazas. Me llamó la atención de inmediato e iba siempre a verlos. Hasta que un día el director Stefanno Te se acerca y me habla para llevarme a su teatro. Me propone que frecuente el lugar y que les ayude con la limpieza. A cambio, tendría la sala de ellos para ensayar. Además me pidió que prepare un personaje porque les faltaba un actor y había pensado en mí. Si le gustaba, nos íbamos de gira por Serbia, Eslovenia y Croacia.
¿Y cómo te preparaste?
-Cuando estaba en Chile estuve estudiando al Divino Anticristo (personaje que frecuentaba el sector de Lastarria y Alameda y que siempre andaba con un carro de supermercado y una pañoleta en la cabeza) el cual me parecía muy interesante y entonces me acordé de él, me robé un carrito de supermercado, lo llené de libros, bailaba un tango, hacía unas acrobacias con el carro, terminaba tocando trompeta y cantando el tango “Volver”. Les gustó y me dejaron. Así partí con ellos y me fui metiendo poco a poco hasta que me hicieron parte de la compañía ganando un sueldo. Allí todos ganábamos lo mismo y todos hacíamos de todo. Trabajando de lunes a lunes. Esa fue mi escuela, fue algo hermoso. Allí estuve entre el 2005 y el 2010.
¿Y después qué pasa contigo?
–Después vuelvo a Chile con la intención de probar cómo sería trabajar allá, pero cuando llegué no fue tan fácil porque yo no tengo título. Entonces salieron otros trabajos, estuve un tiempo y al cabo de algunos meses me fui al norte a trabajar con una compañía que se llama La Huella Teatro. Estuve 4 años en el altiplano con ellos. Después vuelvo a Europa y sale la postulación al Cirque du Soleil. Preparé unos videos, fui pasando etapas durante un año en esa postulación. Finalmente quedé y me vine a vivir a la Riviera Maya en México.
Dices que te costó mucho venir a trabajar a Chile en lo tuyo. ¿Sientes que efectivamente acá se prioriza el cartón universitario por sobre la experiencia internacional?
-Sí, mira….yo amo Latinoamérica y estoy muy orgullosa de donde vengo. Pero yo me fui de Chile porque me cerraron las puertas, porque no tenía el apellido, no tenía una familia rica y con influencias en el medio, etcétera. Sí, el cartón es lo que más pesa en Chile y como le pasó a Violeta Parra u otros artistas que cuando salen de Chile y son reconocidos, es un poquito lo que me está pasando a mí ahora. El tener el “apellido” Du Soleil claramente hace una diferenciación hacia mí. También me pasó en Europa, sólo que cuando volví y traté de encontrar trabajo haciendo clases, que es lo que uno siempre hace para entregar lo aprendido, simplemente no se podía por no tener título universitario. Yo no tengo un cartón y tampoco creo en las instituciones académicas. No creo que sea el único medio de formación existente. Creo que el sistema te lleva a pensar y obligar a ver esa alternativa como la única y todos terminan endeudados. La gente se encalilla por un cartón que ni siquiera asegura que tendrás un trabajo. Lo único que asegura es que a podrás hacer clases eternamente, vas a tener que dejar de crear, vas a tener que postular a un Fondart que para mi gusto es una política terrible, porque ayudan, pero ¿Quiénes son los que se lo ganan?, ¿Cuánto pesa el título universitario a nivel curricular ahí?.
¿Existen los espacios?
-Siempre hay espacios y creo que en Chile cada vez se están abriendo más y se va rompiendo ese modelo tradicional de que es talentoso lo que es económicamente posible. Hay que decir que la historia política chilena cuando nos pone el ladrillo (en referencia a la política económica impuesta en dictadura) en dictadura y esa imposición capitalista que entró con todo, hizo que la cultura, el arte y la educación decaigan en un modelo donde la economía es lo que manda. Por eso la educación en Chile es tan precaria y tan cara. No puede ser que el IVA de un libro sea más caro que el IVA de un alcohol y tampoco es posible que para poder estudiar debas endeudarte toda la vida o que para crear un proyecto debas postular a un Fondart porque de otro modo no es posible hacerlo. En ese sentido Chile está atrasado. Por otro lado, uno ve que existen países que están súper dispuestos a compartir conocimiento y Chile no, entonces llega una persona con ganas de hacer cosas y transmitir conocimiento adquirido y sencillamente no se le deja. Aún así, creo que está cambiando, lo noto, pero es una lucha, una sobrevivencia y no debería ser así, debería ser una vivencia.
Nosotros no hacemos arte para ganar dinero, hacemos arte para comunicar, entregar, para cambiar, para revolucionar y para el encuentro de los seres humanos. Capital y arte no van de la mano y por eso y por la experiencia que he tenido fuera del país, es que no creo en los cartones ni en ese modelo de formación.
¿Y cómo se ve desde allá el circo en Chile?
-En general se ve muy bien. Se conoce de muchos que hacen circo tradicional o nuevo. Por ejemplo acá en México se sabe del movimiento chileno y me preguntan mucho también. Yo tengo amigos circenses y siento que existe un movimiento muy fuerte que ha hecho que en el país el circo se esté reivindicando. Creo que el circo está haciendo cosas con mucho más sentido, llegando a las poblaciones y haciendo talleres y abriéndose a la comunidad. Eso es interesante además se hacen muchas varieté y eso permite a los artistas mostrarse, unirse, organizarse. Es difícil, pero ahí está la lucha del circo hoy. Claramente hay dos polos el del circo tradicional y el circo nuevo donde hay artistas jóvenes que quieren salir adelantes desde la autoformación también y eso es valorable. Creo que hacer arte en Chile es un verdadero acto revolucionario y lo va a ser siempre porque es un modelo capitalista cien por ciento.
¿Es cierto que fuiste la primera mujer chilena en llegar al Cirque du Soleil?
-Una vez me hicieron una entrevista al respecto y me preguntaron lo mismo si yo era la primera mujer en el Soleil y le respondí a la periodista que no sabía y ella misma preguntó al departamento de comunicaciones del circo. Le respondieron que efectivamente es así. Que soy la primera artista mujer chilena del Soleil, pues han llegado chicas pero a otras áreas. Pero artísticamente soy la primera chilena.
¿Y cómo fue el proceso de llegar allá?
-Muy bonito, pues lo que más rescato de eso es que al circo lo que más le importa es la humildad y ver a los artistas. Las postulaciones son ciento por ciento a través de videos en una página donde se sube la información. Yo leí la postulación y noté que era para un rol protagónico y para lo cual necesitaban una persona que calzaba perfectamente con mi perfil, es decir, que no midiera más de un metro y medio, que tuviera cara de niña, que fuera actriz de habla hispana, que hablara inglés y otro idioma más, además con experiencia en teatro físico y más circense. Había que mandar videos y más videos. La primera postulación quedó otra chica que luego se fue por otro proyecto, al tiempo me vuelven a contactar para que mandara otros videos y me tocó hacer todo nuevamente. Luego tuve entrevista directa con el director de la obra y apenas me vio me dijo que me querían en el elenco así que, desde ese momento estoy con ellos en la obra “Joyá” en el rol protagónico. Es muy exigente, mucho trabajo, pero muy bello y un tremendo desafío.
¿Cómo te proyectas en el futuro, te plantes volver a Chile o piensas hacer tu familia allá?
-Es una pregunta muy bonita para mí ya que siento que estoy en una etapa de transición. He viajado harto desde los 17 años y uno se plantea cosas. Por ahora no estoy con pareja, pero ha habido y me han acompañado en estos procesos. Y todo lo que vivo me gusta compartirlo con los amores en general ya sean familia o parejas. Siento que no tenemos necesidad de un otro, más bien ese otro llega para compartir las vivencias. Tengo ahora una compañera perruna que me acompaña ahora y en los otros viajes también.
¿Esos otros viajes incluyen volver a Chile?
-Sí, quiero volver porque es un lugar donde de una u otra forma siempre estoy volviendo y cuando fui hace poco en septiembre di talleres y estuvo muy bonito, pero se hizo corto porque fui de vacaciones y también tenía que descansar. Pero en general me encanta dar clases, me gusta la docencia y ahora pedí permiso acá para ir a dar unos talleres en Alemania a mujeres refugiadas políticas sirias. Voy allá como por 20 días. También estoy con una idea en mi cabeza de hacer un centro cultural hostal tal vez en Valparaíso ya que siento que en Chile lo que siempre falta son espacios para dar clases, crear y ensayar. Son pocos, son caros y siempre las puertas se cierran. Me gustaría crear un espacio de autoformación, donde además exista una productora de cine, comprar equipos, etc. Para autofinanciar el espacio la idea es tener un hostel. Ojalá sea un espacio tradicional.
¿Y en lo inmediato?
-Me quedo al menos un año y medio más acá en México ya que me van a renovar el contrato. Me encantaría dejar ese proyecto de Valpo andando allá y yo postular nuevamente a otro show del Soleil, juntar dinero e invertir en el proyecto que te mencionaba. Así me veo, entregando conocimientos en Chile y en todo el mundo. Y cuando sea viejita me veo viviendo en el sur de Chile haciendo mermeladas, tal vez con una pareja o con amigos o con animales… ¡Quién sabe!