Rafael Jack Sánchez Mc Guirk (Iraq)
EXPERIENCIA PERSONAL COMO FORMADOR DE CIRCO SOCIAL EN EL CAMPAMENTO DE PERSONAS REFUGIADAS DE DUHOK – KHANKE, IRAQ.
Rafael Jack Sánchez Mc Guirk
Animador Sociocultural, Educador Social y Formador de Circo Social.
Scuola di Circo Corsaro proyecto con Fondazione Patrizio Paoletti.
RESUMEN
En el siguiente artículo presento una experiencia de voluntariado como formador de circo social en un campamento de personas refugiadas en Khanke, Norte de Iraq. Una experiencia de casi en un mes de duración que afronte en solitario en un campamento con más de 16.000 personas que convivían en pésimas condiciones. Mi objetivo era formar a un equipo de jóvenes refugiados en pedagogía de circo y circo social, con la finalidad de empoderar y activar un proceso que funcionase posteriormente en autonomía.
En los siguientes apartados expondré el contexto de actuación, compartiré el proceso y las numerosas dificultades que encontré durante el mismo, así como las estrategias y resultados obtenidos tras la intervención.
INTRODUCCIÓN
En Febrero de 2017, mientras rastreaba material relacionado con el circo social para compartir en la pagina Facebook de AltroCirco News , me apareció una call de una organización Turka llamada “Her Yerde Sanat ” en la que se buscaba a un formador de circo social con experiencia preparado para convivir e impartir un programa formativo de circo social en un campamento de personas refugiadas en el Kurdistan Irakí, Norte de Iraq. Automáticamente, sin pensar si en si estaba preparado o no, rellene un formulario de participación y envié mi curriculum a la organización. En cuestión de 2 o 3 semanas recibí un correo comunicándome que de cientos de candidaturas presentadas y un intenso proceso de selección, se me confirmaba que me habían seleccionado y que debía partir a Iraq en cuestión de pocos días.
El 15 de Marzo de 2017 inicie mi viaje hacia el campamento que se situaba en Duhok a unos 70 kilómetros de Mosul (ciudad que en ese preciso momento sufría una de las peores ofensivas de ataque por parte del ISIS). Ese día no sólo iniciaba una viaje en sentido territorial, inicié sobre todo un viaje humano, político, socio-cultural y profundamente auto-pedagógico. Una experiencia personal y profesional que requería de una lucidez y capacidad de adaptación abrumadora.
Intentare pues contextualizar la realidad sociocultural en el que tuve la oportunidad de intervenir como animador sociocultural y educador social. Describiré las características y condiciones del campamento y del proyecto de circo social, las diversas y numerosas dificultades interculturales que condicionaban el desarrollo de mi intervención, así como la gestión de las mismas y a los riesgos emocionales a los que me expuse. Continuaré exponiendo la estrategia psicológica y profesional que tuve que aplicar para desarrollar una intervención que fuera social y pedagógica-mente útil. Finalmente compartiré los resultados y las conclusiones de la intervención.
Me gustaría explicitar que lo que comunico en este documento es fruto de mi experiencia y sensibilidad como persona y como profesional de lo social. Lo que quiero decir es que la información que comparto no ha sido analizada de manera académica o científica, sino simplemente recopilada en mi memoria de manera natural e informal. Sí mantengo que aun así, toda mis competencias y habilidades como animador sociocultural, educador social y formador de circo social, han sido profundamente aplicadas e incluso des estructuradas para ofrecer lo mejor de mí y de nuestra profesión en tal complicada situación.
MARCO
- Breve descripción del campamento: la realidad sociocultural.
El campamento acoge desde el 2014 alrededor de de 2.000 familias Yazidies (más de 16.000 personas) provenientes de la región del Sinyar, zona Kurda del Noroeste de Iraq. Los Yazidies(del Yazidismo, religión minoritaria que se remonta al año 2.000 a.C) fueron y son víctimas de Estado Islámico desde el 2014 por ser considerados infieles y por su negativa de convertirse al Islam. El ataque del ISIS fue tan violento, cruel y orientado hacia la destrucción del grupo y sus creencias, que el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas lo reconoció en el 20016 como el primer genocidio del siglo XXI.
Las condiciones de vida en el campamento son extremadamente duras: familias enteras viven desde hace 4 años en tiendas de plástico con una disponibilidad muy limitada de electricidad y agua. Las áreas de higiene personal son muy precarias y su alimentación es muy básica basada principalmente en arroz, pan, huevos y alguna vez pollo. No tienen libertad de movimiento por lo que no pueden ni pensar en mudarse a otra parte y sobre todo, no tienen oportunidades de trabajo.
Las familias viven bajo presión, luchando con la precariedad de sus vidas, el estrés postraumático, la desolación general y la depresión. El alcoholismo también se ha convertido en un problema para jóvenes y adultos (género masculino), lo que empeora la situación provocando situaciones desagradables (adultos varones o jóvenes por el suelo debido aun elevado estado de embriaguez) y violentas.
La vida cotidiana en el campamento lleva a los niños, niñas y adolescentes a una situación de extrema vulnerabilidad tanto física como psicológica a la que el proyecto Sirk Hane Iraq trata de hacer frente en la carpa circense más pequeña del mundo.
SITUACIÓN INICIAL
- Historia de un proyecto de Circo en Iraq
En Marzo del 2014 cuando las tropas del ISIS invadieron los territorios Yazidies de las montañas del Sinjar (Kurdistan Iraq), la población no tuvo otra opción que esconderse y escapar de manera fugaz y descontrolada. En una de estas migraciones fugaces, un joven solitario de nombre Majed acabó en un campamento de personas refugiadas en tierras Turcas, frontera con Siria. En ese campamento una organización llamada Her Yerde Sanat desarrollaba un proyecto de circo social llamado SIRK HANE en el que atendían a los miles de menores acogidos en el campamento.
En SIRK HANE, Majed no sólo participó como aprendiz, en poco tiempo fue motivado y formado para que él mismo pudiera impartir nociones básicas de malabarismo, equilibrios, clown y acrobacias a los más pequeños del campamento. Una labor social que le llenaba de alegría y vitalidad.
Poco después la familia de Majed fue localizada en el campamento de Khanke en Duhok (Iraq) y éste decidió trasladarse para reagruparse con ellos. Gracias a la experiencia que había desarrollado hasta entonces con el circo y a la ayuda ofrecida por el proyecto SIRK HANE, Majed junto a varios responsables de la organización Her Yerde Sanat construyeron una pequeña tienda de campaña junto a la tienda destinada a su familia y donde se alojaría el proyecto “SIRK HANE IRAQ”; un pequeño, nuevo y estupendo proyecto de circo social en un enorme y complicado campamento.
Fue después de un tiempo cuando la organización madre con sede en Mardin (Turquía) se encargó de hacer un call internacional para invitar a un formador con experiencia que quisiera convivir con Majed y su familia e impartir una formación al equipo de jóvenes monitores que hasta el momento habrían desempeñado el ejercicio del circo social.
El proyecto Sirk Hane Iraq
Sirk Hane Iraq es una pequeña carpa de circo donde apenas hay espacio para hacer un salto mortal, parece que de hecho es la carpa de circo más pequeña del mundo. En esta minúscula carpa Majed, coordinador del proyecto, enseña junto a varios compañeros técnicas malabares, acrobacia, clown y equilibrios a niños y adolescentes. Lo llevan a cabo todos los días sin interrupción. En horario de 10 a12 horas de la mañana enseñan a un grupo de niños de 7 a11 años y de 13 a15 horas enseñan a otro grupo de niños con una edad de 12 a 17 años aproximadamente.
Además de las lecciones diarias de circo el equipo de Circus Heroes ofrecen saltuariamente pasacalles y espectáculos para niños y niñas de varias escuelas y centros situados en el mismo campamento y en otros ubicados en zonas vecinas.
El proyecto tiene la finalidad de ofrecer un espacio en que los niños del campamento se sientas acogidos en total seguridad, libres de cualquier tipo de abuso y violencia. Este envuelve a los participantes en una realidad diferente, un espacio donde pueden sentirse de nuevo niños y hacer amigos, jugar juntos, aprender y crear.
EL PROCESO
Aunque nunca antes había tenido la experiencia de impartir una formación de formadores, sí había participado como alumno en varias y sabía que podía recopilar material interesante y estructurarlao en un programa dinámico que me lugar para intercalar teoría, que consideraba fundamental, y otras herramientas más lúdicas y prácticas relacionadas directamente con las diversas disciplinas del circo.
Cómo herramientas principales para guiarme en el desarrollo del programa formativo contaba con el Manual del Participante y la Guía para el formador del circo social del programa Cirque du Monde del Cirque du Soleil, así como otras notas y herramientas recopiladas de otras formaciones para formadores como la FiX en Italia. En fin, un conjunto de herramientas muy completas y acompañadas además de sugerencias y notas para facilitar su reproducción.
Una vez llegado al contexto y a la carpa de circo donde debía intervenir, las características y condiciones de los mismos me pusieron a dura prueba: el grupo al que supuestamente debía formar estaba formado principalmente por adolescentes que no sabían nada de inglés y que además eran analfabetos, la carpa de circo era una tienda de plástico minúscula que albergaba un calor insoportable y si esto no fuera poco, me esperaban junto al equipo decenas de niños y niñas que querían hacer circo.
Evidentemente es estupendo que haya tantas ganas de hacer circo y que además los futuros monitores y formadores fueran capaces de motivar y tirar de tantos niños y niñas del campamento. Pero yo no iba para dar clases de técnica de circo, mi programa era dar una formación principalmente de pedagogía de circo para que los monitores pudieran liderar el proyecto y principalmente, saber atender a las diversas necesidades emocionales y expresivas de los menores; comprender por qué y con que finalidad hacemos circo social; conocer los diversos estilos de aprendizaje y saber como adaptarse a la diversidad del alumnado, etc.
La dificultad estaba en que lo que ellos esperaban aprender de mí y lo que yo esperaba enseñarles a ellos, eran dos cosas completamente diferentes. Para ellos una formación de formadores de circo social no era como yo la entendía (me refiero al estudio de conceptos de pedagogía, psicología, dinámica de grupos, comunicación, capacidad de liderazgo, creatividad, seguridad física y emocional, etc.), para ellos era aprender trucos de malabares y otras disciplinas para que ellos pudieran avanzar a nivel técnico y luego poder enseñar cosas de más nivel a sus alumnos.
Mi objetivo y mi plan era irme de allí dejando a un equipo preparado para ejercer una labor pedagógica y social consciente. Era necesario y contaban con un instrumento muy poderoso, por lo que me negué a abandonar mi plan de compartir los conceptos y pilares mas fundamentales que sustentan al circo social y dedicarme sólo a dar clases de circo sin más. Avisé a los monitores sobre la diversidad de mi propuesta, que no había pensando en incluir de momento a los más pequeños y que necesitaba de tiempo para centrarme con ellos para trabajar cosas importantes. Aún habiendo avisado, cada día había más niños que venían para apuntarse a la experiencia del circo.
Decidí entonces aceptar a todos los niños que querían hacer circo organizándome de la siguiente manera: por la mañana, daría clases con los niños en los que conduciría mayormente dinámicas de grupos en los que presentaría a los grandes (futuros monitores) cuestiones básicas relacionadas con la estructura de una clase, dinámicas y diferentes juegos de calentamiento, otros para la creación de grupos, contacto físico, comunicación, confianza, etc. En fin, un montón de ejercicios destinados a la formación de grupos y principalmente a su enfoque pedagógico y social. La tardes, las dedicaría a reflexionar con los futuros monitores sobre la finalidad de los ejercicios presentados, introduciendo así los conceptos que de otra manera no sabría como afrontar, ya que sabían muy poco inglés y siendo además analfabetos, me resultaban complicados de afrontar de manera abstracta y conceptual.
El plan no funcionó muy bien. Los monitores no entendían, se aburrían, no veían nada interesante durante mis clases por lo que al final ni atendían y a veces incluso se ausentaban. Los más pequeños se divertían, pero al final sólo querían hacer y aprender principalmente nuevos trucos de malabares, diábolo, etc. Si mis propuestas no servían a dar ejemplo a los monitores no tenía mucho sentido seguir haciéndolo (si lo que quería era que adquirieran la sensibilidad y competencia necesaria para comprender y reproducir lo que yo consideraba que necesitaban saber).
Esto fue muy estresante y difícil de afrontar. El tiempo pasaba y hasta el momento todos mis planes de acción habían caído, permaneciendo con la sensación de no estar haciendo nada útil y principalmente fracasando en mi trabajo. No sólo decepcionándome a mi mismo sino también a la organización que me había comisionado la tarea de llevar a cabo la formación.
Yo seguía pensando de qué manera podía por lo menos dejarles material para que ellos pudieran al menos tener una biblioteca de herramientas útiles. Para ello lo primero que tenía que hacer era reducir el numero de conceptos. Analicé cuales de ellos eran fáciles de mostrar a través de dibujos y me dediqué a dibujar. Probando un día, cogí uno de mis dibujos y me senté junto al grupo intentando facilitar su interpretación. Pero igualmente no funcionó. A este punto ellos ya estaban cansados, los estaba martirizando. Me di cuenta que me estaba equivocando, que estaba forzándoles en aprender una serie de nociones que quizás ellos ni necesitaban. A pesar, creía yo, de su importancia.
Después de este último tentativo fallido no tuve otra opción que abandonarme, dejar a un lado todo lo que yo pensaba que necesitaban y simplemente dedicarme a estar allí sin más. Me dediqué entonces a darles lo que ellos querían de mí, es decir lecciones de trucos de malabares y de diábolo. Fue muy interesante porque comencé a relacionarme de una manera diferente con ellos, pudiendo percatarme de cosas de las que no me había dado cuenta antes.
En esta libertad de acción, un día invité a uno de los responsables a que fuera él quien diera la clase de circo. Fue una experiencia reveladora porque pude darme cuenta de dos cuestiones en las que vi la necesidad y oportunidad de intervenir: primero, los niños tenían miedo de los monitores y segundo, los niños y monitores estaban profundamente frustrados.
En relación al miedo por parte de los menores descubrí que era muy normal que en familia y en general, usar la violencia física y verbal con los niños era un medio educativo. Los monitores del proyecto de circo no usaban la violencia física pero sí tenían un tono verbal coercitivo al que los niños evidentemente, afectaba con miedo e inseguridad. En relación a la frustración observada tanto por los menores como por los monitores entendí que era principalmente por la falta de estrategias eficaces para enseñar y por consecuente, aprender técnicas las de malabarismo.
Para los monitores el concepto de hacer malabares era hacer la cascada de tres pelotas, y la manera de enseñarlo era extremadamente inadecuado para la diversidad de habilidades motoras de un grupo. El método era bastante excluyente: iniciaban con una pelota lanzando de una mano a otra, pasas directamente a dos pelotas pidiéndoles un cruce de lances y finalmente introduces la tercera y simplemente, haces la cascada de pelotas. Un método poco inclusivo al que sólo aquellos más habilidosos resultaba útil y eficaz e impedía, por otro lado, que muchos niños aprendieran provocando que vinieran considerados como “niños que no valen para el circo”. Esto creaba una fuerte irritación a los monitores que consideraban a ciertos niños como simplemente estúpidos.
Desde mi posición esto era importante, era la oportunidad que tenía para dar mi contribución. Así, entendiendo la situación como inaceptable, me propuse que los niños tenían que sentirse completamente seguros y profundamente aceptados, amados. Los monitores tenían que ser capaces de crear un ambiente mágico en el que todos pudieran sentirse acogidos con amor, sin miedo a ningún tipo de riesgo físico o emocional. Tenían que aprender diversas maneras de enseñar y aprender la técnica de la cascada de tres pelotas, pudiéndolo usarlas además como estrategia para hacerlos aprender y trabajar en grupo, de manera colaborativa. Y no sólo eso, sino también descubrir el malabarismo como la manipulación de un objeto y no sólo como la reproducción de un esquema clásico y limitado como el de la cascada de tres pelotas.
Mi intervención se orientó pues a la facilitación de muchas y diversas propuestas de como usar el malabarismo de una forma inclusiva y social, así como un sin fin de herramientas técnicas para facilitar la comprensión e interiorización de diversos esquemas de malabares como la cascada de tres pelotas y otros varios esquemas de passing.
RESULTADOS
A pesar de las numerosas dificultades encontradas durante mi estancia en el campamento, el resultado de mi intervención y presencia como animador social/ educador social creo que acabó siendo bastante positiva.
La difícil decisión de abandonarme, es decir abandonar todas las ideas y conceptos a los que estaba completamente seguro que debía compartir, resultó abrir una puerta hacia el encuentro. Un encuentro neutro, libre de respuestas automáticas y condicionadas que me dio la sensibilidad para recibir y atender aquello que realmente sufrían, aquello que realmente necesitaban, aquello que realmente usarían.
Es así que cuando descubrí las dos dificultades principales, en cuanto a la gestión del proyecto de circo se refiere, me dediqué intensamente a dar y trabajar con herramientas que facilitasen pues una comunicación asertiva, la creación de un ambiente inclusivo, de un espacio seguro en el que los niños pudieran explorar el circo sin miedo a ser juzgados o ridiculizados. Me enfoqué además en un sin fin de estrategias para usar el malabarismo como ejercicio para el encuentro con los demás. Trabajamos diferentes herramientas para adaptar la técnica del malabarismo y la manipulación del objeto al ejercicio de la creatividad, la creación colectiva y sobre todo a saber adaptarlo a todo tipo de diversidades físicas y cognitivas.
El impacto de esta transformación pedagógica sobre los menores participantes fue muy especial ya que se facilito a muchos niños con habilidades diversas la oportunidad de sentirse capaces y sobre todo sentirse parte del grupo. Estos ocuparon roles en pasacalles y espectáculos envolviéndolos de una felicidad enorme.
Sobre los monitores el impacto fue bastante notorio y una prueba de ello fue que al final de mi experiencia activaron otro pequeño proyecto de circo en un centro para la atención de niños afectados de trauma, un proyecto ubicado en el mismo campamento y que acogía a una serie de menores con dificultades relacionales, comunicativas e incluso motoras debido al trauma de la guerra. Resultado muy interesante ya que desde el inicio, la propuesta requiere de un análisis del grupo para una posterior adaptación del material propuesto al grupo. Una sensibilidad extremadamente importante para el ejercicio del circo social.
CONCLUSIONES
La situación de las personas que viven en condición de refugiados es muy compleja. Lamentablemente hay personas refugiadas en todo el mundo y cada realidad es diversa a la otra. Lo que puede ser útil y necesario en un campamento de personas refugiadas en Alemania no tiene porque ser útil y necesario en un campamento de personas refugiadas en Iraq.
Lo mismo sucede cuando pensamos en la utilidad que puede tener un proyecto de circo social destinado al trabajo con personas refugiadas. Mientras que en un campamento en Alemania un proyecto de circo social puede ser una estupenda herramienta para aprender la lengua o abrir relaciones con la comunidad, en un campamento como el que yo tuve la oportunidad de conocer el circo ha de tener otra finalidad.
En SIRK HANE Iraq el circo ofrece a los niños un lugar protegido donde poder encontrarse y jugar. Permite la posibilidad de volver a ser los niños que eran, les hace reír, imaginar y sobre todo a descargar el estrés acumulado tras la guerra y la vida en el campamento. El circo en Khanke crea también trabajo, no son pocas las veces que diversas organizaciones contratan a los monitores para que hagan un pasacalle o un espectáculo en un colegio o campamento de la zona. Y quizás lo más importante de todo es que el circo en Khanke une a la comunidad. En el campamento, los adultos no hacen ningún tipo de fiesta, ni siquiera durante los matrimonios. No festejan porque consideraban que es un acto de mal gusto y falta de respeto sabiendo que familiares suyos han muerto en la guerra, están desaparecidos o secuestrados por el ISIS. El circo en cambio daba lugar a otro tipo de fiesta, cuando se hacían espectáculos o pasacalles, tanto niños como adultos se reunían en comunidad para disfrutar, reír y a celebrar la magia que el circo crea, que en realidad no es otra cosa que la magia y la felicidad por la vida.
Por otro lado es una labor muy compleja la de intervenir en un contexto de este tipo. Los riesgos emocionales y traumáticos son muy altos, sobre todo si te afrontas a una realidad tan compleja como esta en total soledad. Es muy peligroso y de hecho, en posteriores encuentros con el equipo Cirque du Monde del Cirque du Soleil (es decir profesionales con una larga y muy intensa experiencia) no creían todo lo que les contaba y se mostraban profundamente preocupados por mi salud mental y emocional. Es importante conocer muy bien donde vas, ir acompañado de un equipo, tener los medios para contactar en casos de emergencia y ante todo respetar un espacio territorial y de tiempo para distanciarte de la complejidad del contexto.
Texto ya publicado en http://quadernsanimacio.net ; no 28; Julio de 2018; ISSN: 1698-4404
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