Saber circo es como tener superpoderes
“Aprender circo es ser especial, es como tener superpoderes, ser un superhumano”, dice Adrían González al recordar cuando por primera vez malabareó con tres naranjas a los 12 años. Hoy es psicólogo, trabajador social y antropólogo, hace clases en dos universidades y ocupa todas sus capacidades para usar el circo como intervención social. Conversamos y reflexionamos junto a él sobre la metodología del circo y sus posibilidades de impacto y transformación en un Chile que lo necesita a gritos.
Por Nancy Arancibia
Fotos Esteban Garay
En el circo todos pueden, no importa de donde vienes, todos y todas tienen acceso a tener superpoderes y te conviertes en una persona única, dirá Adrián González en esta entrevista sobre metodología de circo social. La biografía de cada una de las personas parte de un grupo que aprende circo es la materia que mueve la transformación y el impacto en la comunidad, por eso esta reflexión va acompañada de la historia del protagonista, de la emoción que recorrió el cuerpo y el corazón para transformarse en impulso vital llamado circo y transformación social.
Adrián González es trabajador social, psicólogo y antropólogo, gran parte de su vida profesional la ha dedicado a distintas metodologías de intervención social en sectores vulnerables o pobres, con necesidades múltiples y como el mismo dirá, los olvidados del sistema, tratados como números. Ahí, donde la mayoría de las metodologías fracasan, el circo despierta a la vida a niños y niñas con un impulso transformador. Pero no es magia, al arte del circo contemporáneo, libre y practicado en los más diversos rincones del país, hay que ponerle metodología, rigurosidad, formación, valores humanistas y evaluaciones. Desglosamos acá el circo en su dimensión formativa y transformadora.
¿Cómo llegó el circo a tu vida?
-Como a los doce años, yo vivía en una de las poblaciones más emblemáticas e Santiago, Los Nogales, criado por mi abuela Lila, que trabajaba cociendo, mientras yo jugaba a su lado o veía tele. En una de esas tardes de tv aparece una nota de El Circo de Moscú donde el artista le enseñaba al periodista cómo hacer malabares, le dice lo básico, que se hace como una trenza con las pelotas. Puse mucha atención y casi sin darme cuenta tomé unas naranjas que estaban encima de un mueble y me puse a practicar en la calle. Luego llegó un amigo y seguimos practicando, me compré unas pelotas de tenis, les metí arena y más tarde me dijeron que con un globo quedaban mejor. No sabia nada de circo y no creo que existieran tiendas de implementos circenses en 1996 aproximadamente. Practiqué, tun, tun (el sonido que pone a su aprendizaje) hasta que un día en la plaza conocimos a un loco que hacía malabares, se llama Ulises y hasta hoy lo veo en algunos semáforos. Ahí conocí las clavas y no las dejé más.
¿Qué sentías, recuerdas la motivación que te inspiró en ese momento para perseguir lanzar esas pelotitas?
-Me sentía especial. Sentía que había adquirido una habilidad que los otros no tenían.
Adrián hace un paréntesis en su respuesta para acotar algo que emerge a partir de su recuerdo. “Esa una reflexión muy presente hoy, el circo es la posibilidad de hacer a la gente especial y única. Siento que esa posibilidad para niños y jóvenes, los outsider, losque están fuera, que son tratados como estadística, masa, la gran cantidad de niños y niñas que viven en exclusión y pobreza, que representan un número, pero cuando trabajas directamente con ellos, los conoces y les das una capacidad especial a través del circo, el refuerzo de la autoestima es heavy”.
Retoma diciendo que “me sentía especial porque jugaba en la calle y la gente que pasaba me miraba y decía ¡ohh!, entonces se sentía bakan. Otros niños se me acercaban y me pedían que les enseñara, eso me gratificaba. Eso es uno de los grandes factores que tiene el circo: cualquiera puede adquirir una habilidad especial con la práctica. Con el circo, a diferencia del colegio, te permite destacar en otros ámbitos, con otras habilidades. Es como ser un “X-men” (Película de ciencia ficción), uno tira rayos, otro vuela, es como tener superpoderes. Yo miro a los grandes artistas de circo y digo, “ohh esta gente tiene superpoderes, son superhumanos. No necesitas mucho, con cualquier cosa, en la acrobacia con tu cuerpo, no necesitas nada más y ya eres superhumano. Todos tienen acceso.
Entonces cuando enseñas circo y le dices a los niños y niñas que sólo con la práctica puedes aprender superpoderes, es muy power. Y que los profesores les demuestren que con disciplina y rigurosidad les muestren hasta donde pueden llegar a través de un número o un video, refuerza mucho más su propia práctica. Se puede.
¿El circo sirve para conectarse con otros?
-Pasé de un colegio de la población con unos 200 estudiantes al Liceo Salecianos (de hombres) en la Alameda, con mil estudiantes. Ahí había gente que malabareaba y juntamos una tribu y en los recreos teníamos un rincón de los cirqueros. Ahí aprendí bien malabares y me conecté con el mundo del circo, con las personas. Lo más bakan es que sólo por practicar una disciplina te conectabas con la gente, no necesitabas nada más y ya eras parte del grupo y compartías todo. Había una apertura a enseñar, entonces, de una tenías un grupo de amigos.
Nos llamaban y nos buscaban para ir a actuar y promocionar a candidaturas de centros de alumnos de colegios de niñas, entonces era la patá, lo mejor. ¡Llegábamos y las chiquillas decían guau! Nos buscaban y nos pagaban y se abrió una puerta a generar un trabajo o sentir que el circo era más allá de un hobby. Ahí nace la primera idea en mi de que me podía dedicar al circo.
Al entrar a la universidad a estudiar psicología se dio la posibilidad de estudiar otra carrera de manera paralela (trabajo social) y me dediqué 100% a eso, hasta el último año me gané una beca para ir a Colombia y estando allá me conectaron con un cura vasco que tenía una parroquia en medio de Ciudad Bolivar, que es gigante, vive casi un millón de personas, y me fui a un centro cultural que trabajaba con niños y jóvenes. Tenía que participar en algo y me acordé que sabía malabarear e hice un taller al que llegaron como 10 niños. En las primeras clases vi que les hacía mucho sentido, que lo pasaban bien y que me servía para reflexionar de otras cosas, de lo que estaban viviendo. Ahí reflexioné sobre la tremenda herramienta que tenía y me propuse utilizarla de alguna manera. Eran niños en una situación social muy, muy compleja, pero en el taller eran felices, ahí, justo ahí, tomé la decisión de dedicar toda mi academia a la investigación y desarrollo del circo y comenzar con el circo social, y es el trabajo que he realizado hasta hoy.
Cómo trabajas en Chile con el circo
-En Chile me puse a trabajar en la Fundación Junto al Barrio que hacía intervención en poblaciones durísimas como la Galvarino, El Castillo, La Pincoya, donde nos poníamos al servicio de proyectos de los pobladores. Discutíamos sobre el concepto de ponerse a disposición del poblador o hacer un proyecto de iniciativa nuestra, pero yo reflexionaba, si estos territorios han sido depredados económicamente, cultural y socialmente durante décadas, cosas innovadoras como el circo social quizá nunca iban a poder desarrollar por iniciativa propia o sin ayuda. Me gané un fondo de circo socia con el INJUV (Instituto Nacional de la Juventud) y ahí nació el proyecto Los Librea en la Pincoya. Ahí es la primera vez en que desarrollamos un proyecto serio de circo social, con carpa de circo. Me encontré con Circo Ambulante y Marcelo Pérez con quienes trabajamos para levantar esta escuela.
¿A tu juicio, a qué nos referimos hoy cuando hablamos de Circo Social?
-Para mi la definición de Circo Social, la que he trabajado durante varios años, es una definición que recoge varios niveles. Lo primero, lo esencial, que divide el campo, es que Circo Social es donde se utiliza el circo como un medio y no como un fin. Es el primer rayado de cancha, el circo tiene a la base que por si solo nunca va a ser más importante que el fin social por el cual se plantea el proyecto. El objetivo no es preparar un artista.
Hay cuatro niveles de intervención, por los cuales se debe pasar para poder definirse como Circo Social, sin ellos, a mi juicio, no es circo social, es un taller, pero no un proyecto de circo social. Esos niveles son los siguientes.
1.- Trabaja con personas, individuos, se preocupa por ellos para que desarrolle sus propias capacidades, distintas a las de otras personas. Es decir, se preocupa de un niño que llega con piojos porque no tiene calefón en su casa. Se preocupa sus habilidades, distintas a las de María. Trabaja con personas con nombre y apellido y se hace cargo de la historia que trae cada uno a la escuela. Por lo tanto, siempre en los proyectos que yo planteo incorporo el acompañamiento de un profesional o de un estudiante en práctica en sicología. En algunos casos es más intenso que otros porque hay niños o jóvenes que no tienen ninguna red de contención ni familia y es muy necesario apoyarlos.
2.- Trabajar en grupo. Se trabaja con la individualidad y el desarrollo de sus habilidades para que tengan la capacidad de trabajar en grupo, que tengan la apertura a la relación con el otro, que el desarrollo de habilidades se relaciona con el respeto, la diversidad, la tolerancia, el trabajo en equipo, porque lo que se quiere es formar un grupo. Es el grupo el que protege y el grupo tiene una identidad propia, un nombre propio, un grito propio, tiene un símbolo, un lenguaje, sus tallas, eso es lo que protege al grupo, es su familia. Esa es la gracia del circo, que proviene de una tradición familiar, inherente a él, está dentro de la filogénesis del concepto. Fácilmente se forma una familia en el circo, es casi como ofrecer una familia alternativa a jóvenes que tienen poco de eso. En estos lugares de destrucción lo que más está trastocado es el concepto de familia.
El grupo es muy importante.
3.- Impacto en la comunidad. Nos importa el grupo que pueda impactar a su comunidad. La escuela por si sola no impacta a la comunidad, es el grupo de persona el que impacta su comunidad y aquí está el valor del circo social, que tiene un sello profundamente comunitario. Se hace todo esto para que ese grupo conviva, promueva, desarrolla y fortalezca la comunidad donde se inserta, que es su casa, sus vecinos, sus papás, su tíos, sus primos, sus amigos. Estas escuelas de circo fortalecen y desarrollan una comunidad, son un polo de creación y desarrollo comunitario.
Se desarrollan individuos para que formen un grupo con la intención de impactar a su comunidad.
4.- Orientación política humanista en todo lo que hacemos. Es transversal a los tres aspectos anteriores. Política en ningún sentido partidista, sino humanista. Todo se hace con valores, con una dirección, guiados por el respeto, la solidaridad, la tolerancia, la fraternidad, el amor, por nombrar algunos valores humanistas. Todo lo demás se hace con esta orientación, esenciales para la sana convivencia.
Para mi el circo social, necesariamente tiene que tener estos cuatro niveles, si le falta uno, no es circo social. Por ejemplo, si no tocamos el aspecto de orientación política, se vuelve un taller de circo, una escuela técnica, no tiene desarrollo de valores en los jóvenes. Si dejamos el eje en lo individual, se vuelve en una escuela técnica, donde los cabros llegan y se van. Si se pierde el grupo, no tienes posibilidad de impactar. Se va la escuela y los cabros se quedan ahí, sin nada, sin habilidades instaladas.
¿Entonces tu concepto de lo social está relacionado con una intervención social que busca un impacto determinado en un territorio y no todo lo perteneciente a la sociedad, que sería su concepción más amplia?
-La primera condición es la utilización del circo como un medio y no como un fin. En este sentido el circo es una herramienta del trabajo social y la sicología comunitaria.
¿Desde esta perspectiva, el circo social estará siempre relacionado con la pobreza
-No necesariamente, pero mi trabajo, por una decisión ética e histórica, lo he enfocado hacia allá.
¿Pero en una reflexión general, cómo lo ves?
-La verdad es que no lo sé, si me hubieras preguntado hace dos años, la respuesta habría sido, sin duda, que sí, que sólo sirve para intervenir en espacios vulnerables o pobres, pero menos mal que somos humanos y vamos desarrollándonos. Ahora creo que no, mira, imaginemos una escuela de circo en Las Condes, en un sector muy acomodado, que los hay, pero que es una comunidad homofóbica, racista, clasista, ahí se podría formar una escuela de circo social con esos objetivos, tocando los 4 niveles que desarrollamos antes. Tu desarrollas a los chiquilllos para que formen grupos y que impacten a esa comunidad con los valores que decidamos que vamos a trabajar.
Los objetivos de los proyectos cambian. Por ejemplo, el proyecto Circo Multicolor que estoy desarrollando en Estación Central tiene como objetivo la integración cultural y territorial de los migrantes a un espacio social. El circo se pone al servicio de ese objetivo. Pero el otro proyecto que desarrollo en Independencia, Peumayen, que en el primer año se propuso la participación juvenil, en su tercer año, el objetivo es la colaboración territorial.
¿No crees que el circo sea una herramienta de transformación por sí misma, sin ningún paso?
-Sí, genera eso. Por eso todos los proyectos que me ha tocado acompañar o generar resultan bien. Para mi es la mejor técnica de desarrollo social y me pasé por varias, por el fútbol callejero, por la música como reforzamiento escolar, pero el circo es el más potente, el que genera mayor impacto.
¿Pero no lo ves sin tu metodología, porque en Chile hace muchos años que se desarrollan talleres de circo en distintas partes con importantes hallazgos de transformación?
Te lo digo de otra forma, juguemos con porcentajes. Para el éxito de un proyecto con el circo tienes asegurado un 40% del éxito, entonces te falta el 60%, el que tendrá que ver con la rigurosidad, la metodología, la evaluación, un equipo preparado, con recursos, que son muy importantes. No te falta un 100% porque el circo por si solo es muy potente.
Ahora bien, lo que pasa es que muchas veces ese 60% se descuida y se piensa que el circo va a funcionar por si solo y no se aplica en el resto de las variantes de éxito, razón por la cual algunos proyectos no resultan.
-El circo para ti es una herramienta complementaria que, junto a una serie de pasos, logra objetivos, pero cuando se practica circo de manera natural, libre, más allá de estas categorías, también se produce transformación e impacto, incluso aunque los grupos no se lo propongan. ¿No crees que eso también es circo social?
-Me pregunto, si por ejemplo en Estación Central, antes del proyecto multicultural del que yo estoy a cargo, ¿se ocupaba el circo para la integración territorial de los migrantes en Chile? La respuesta es que sí, que sólo se hacía.
Mi categoría no quiere decir que un grupo no pueda hacer circo social sin saberlo y tocar estos 4 elementos igual. Y si lo analizamos, tocan igual estos puntos y son circo social sin saberlo, van a tener impacto y todo bien. Pero el esfuerzo que yo hago es intentar visualizarlo y exponerlo para poder decir que si se hace de determinada forma, con esta metodología, tiene más éxito o puedes garantizar su efectividad. Pero eso no quita que cabros que nunca han pisado una universidad y hacen circo en una comunidad hace lo mismo, se preocupan personalmente de las personas, se ocupan de armar un grupo, generan identidad y tienen la intención de impactar a la comunidad con valores que ellos traen. Todo bien con eso.
Esta formula la puede hacer cualquiera, sabiéndola y no sabiéndola. Pero mi intento es poner mi experiencia, señalar con claridad los factores, una definición para observarla, ordenarla y mostrarla. Si le falta un nivel es bakan,igual tiene impacto, pero lo que sugiero es que estos cuatro niveles garantizan impacto. Invito a mirar lo que están haciendo, por ejemplo, cada 3 meses evaluar estos 4 niveles, qué pasa con los “cabros”, qué pasa con el grupo, con la comunidad, ¿estamos trabajando con los valores que nuestras organización se ha propuesto? Sí, no, estamos al debe y ajustar.
¿Cómo recoges las experiencias de otras organizaciones que se dedican también al circo social?
Hay gente que realiza trabajos muy bonitos. Desde lo que me ha tocado ver a mi, Los Libreas, cuando conocí a Marcelo Pérez, que ya tenía una trayectoria y con quien después fundamos Coreto, creo que en ese tiempo Circo Ambulante tenía una metodología ordenada para un fin, con unidades que indicaban la forma de hacerlo. La experiencia de Cuerda Firme con El Circo del Mundo fue muy enriquecedora, fue la posibilidad de plantear el circo a gran escala. No me equivoco al decir que Cuerda Firme ha sido el programa de intervención social a través del circo más grande que se ha hecho en Chile, por la magnitud que tuvo, trabajamos con cientos de estudiantes, en varios cursos, en decena de colegios. La posibilidad de ponerse pantalón largo, de plantear el circo como una posibilidad real, grande, sin miedo, fue un tremendo aporte para imaginar el circo a gran escala, como parte del desarrollo de una política pública.
Reforzó la seguridad de que se puede, que con recursos se puede plantear el circo como metodología dentro de la sala de clases. Cuerda Firme ponía circo, por ejemplo, a las 10:00 horas de la mañana, después de matemática. Hace un puente entre la educación alternativa y la educación formal, le disputa espacios a la educación formal.
¿Y que te parece disputar espacios en la educación formal?
-Me encanta, lo encuentro profundamente necesario para el país, para una nación sana. No me cabe en la en la cabeza como seguimos con estructuras tan rígidas, con formas alternativas de educación que a todas luces, y cada vez con más investigaciones que así lo señalan, tienen mejores resultados que aprender el algoritmo de 2 mil, que al menos yo no he ocupado nunca, en cambio todos necesitamos relacionarnos con gente en todo momento, sí necesito perseverar, estar ahí, disciplina en mi proyecto, sí necesito pensar, sí necesito ordenarme, esas cosas las necesito todos los días, para todo. Entonces la posibilidad de tender un puente entre la educación formal y una metodología que fomenta y desarrolla las habilidades socioemocionales es muy importante, Es más, y esto es una reflexión posterior, el circo también se puede ocupar para contenido más duro, para matemática, para la ciencia, etc. El circo puede ser una tremenda herramienta también para aprender física, la gravedad, la altura, con la tela, caídas, etc.
¿Qué recuerdas como los hallazgos más importantes de estar dentro de la malla curricular de los colegios durante el programa Cuerda Firme?
-Vi por ejemplo que la alumna más desordenada, la más brígida, en el taller de circo no la llevaba nada, una piola era la líder, porque tenía otras condiciones y subía la tela más fácilmente y era admirada por los demás. Se cambiaban los roles y cuando enfrentas a un curso de 40 personas que están acostumbrados a un mismo contexto dentro de una sala de clases, donde hay un profesor donde pasa siempre lo mismo, los roles son siempre los mismos y los resultados, obviamente también son siempre los mismos.
En cambio, si los sacas de la sala, y ahora ya no es un profesor el que está adelante, sino en un círculo donde de lo que se trata es del desarrollo de una habilidad, lo que tienes es que se modifica todo el grupo, todos los elementos se posicionan de distinta forma y, por lo tanto, las relaciones son diferentes y los cambios de roles muy interesantes. La líder ahí no lo era y hasta la hacían callar, la tímida la llevaba, la profesora de mucha autoridad cambiaba el esquela y movilizaba otras formas de relación dentro del circo.
¿Qué es lo más importante en los profesores de circo social? ¿Cómo valoras el manejo de la técnica circense versus la capacidad de enseñarla?
-La técnica le importa a los chiquillos y le tiene que importar a ellos. El formador debe saber bien la técnica que enseña, es su validación como profesor. El primer gancho es el dominio de la técnica, pero la técnica no le debiera importar tanto al formador de circo social.
Mientras un formador de circo social mejor maneje su técnica, más se van a validar con sus estudiantes y más potente su trabajo. Ahora bien, la gente que viene de una formación de circo, debe formarse para dar clases y la gente que quiere dar clases y no maneja tanto el circo tiene formarse en técnica, es una mixtura.
Por ejemplo, algunos alumnos de tercer año de Peumayen, que han avanzado técnicamente mucho y quieren seguir haciéndolo, van a tomar clases de técnica a otros lugares, pero no dejan de ir a Peumayen porque esa es como su casa, su familia, donde las relaciones humanas son lo más importante.
En mi caso, yo no doy clases de circo solo, lo he hecho a veces, pero siempre acompañado con otra persona que maneje una técnica de circo, porque siento que los elementos técnicos no los tengo tan desarrollados, pero sí los elementos pedagógicos, planificación.
Los mejores formadores de circo social que yo conozco no son los mejores en su técnica, pero son muy eficaces e impactan en sus rutinas circenses y enseñan muy bien. También he visto a algunos excelentes técnicamente, pero no logran impacto entre los alumnos. Entonces el ideal es una mixtura entre ambos.
¿Qué experiencias te llaman la atención hoy?
-De lo que conozco, hay experiencias como la de El Catillo con la escuela Macramé, que trabaja en un lugar muy vulnerable, ahí se hizo un trabajo bonito. También La Chimba en Recoleta, donde activaron un espacio que estaba botado. Hacen talleres de circo y danza.
En regiones hay un trabajo, con una diversidad cultural y de formas muy interesante.
Pamela Castillo en Jiwasanaka Circo en Arica, tiene un galpón en una zona muy compleja, en el Cerro La Cruz y ahora es un espacio muy lindo, abierto a la comunidad, con un equipo consolidado, abierto a aprender.
¿Cómo ves el futuro del circo social, por donde crees o te gustaría que avanzara?
-En algunos aspectos hoy me duele una excesiva competencia. Veo experiencias en que lo colaborativo está superando al capitalismo como subsistencia en algunos sectores, pero me duele mucho que, en el arte, la cultura y el circo no lo hace, eso no me gusta. Empresas B, cooperativas, se unen para hacer proyectos y quisiera ver a dos o más organizaciones que se junten para proyectos más grandes. Veo algunas resistencias. No hacemos zapatos, trabajamos con personas y es un deber colaborarnos, trabajar en la diversidad.
Es perfectamente posible hacer algo en conjunto entre una organización para la que la técnica no sea muy importante y para otro que si lo sea. Se puede llegar a una síntesis, tener un proyecto cultural en conjunto, con un nodo cultural de circo, circo social Santiago con 8 organizaciones de circo social, con encuentros semestrales que se tomen un lugar. Hay tantas cosas que realizar.
En ese sentido veo a la Red de Circo Social activándose y tomando un rol en este tipo de iniciativas.
Veo como una necesidad vital la formación de formadores de circo social. Hay un montón de artistas de circo, pero no necesariamente de formadores, con sicología, pedagogía, una enseñanza sistemática que fortalezca la formación en esta área para Chile. Me la imagino con la participación de todos los grande referentes de circo hoy.
Circo tradicional y circo contemporáneo.
Circo Social adscribe al circo contemporáneo, sin embargo, en términos valoración y tradición, respeta profundamente al circo tradicional.