BIOENTREVISTA – FRANCISCO BERMEJO
Mis intenciones al fotografiar circo van a la cultura popular, a estos grupos humanos en una versión más antropológica también, lo tradicional, un poco como escarbar como en mi propia historia, por así decirlo.
¿Francisco Cuáles son tus primeros acercamientos con el circo?
Cuando era bien joven como a los 20 años, cuando empecé a hacer fotos. Obviamente me auto instruí yo no estudié fotografía, estudié cine, teníamos obviamente laboratorio de fotos, que se yo, pero eran dentro del marco de la carrera audiovisual de cine. Entonces yo empecé a hacer fotos con un amigo, de hecho, nos empezamos a educar a auto educar En esa época estaba recién saliendo internet, compramos libros, pedíamos libros prestados, arrendamos libros, conversábamos con fotógrafos extranjeros: franceses, americanos, canadienses, mexicanos y de todos esos grandes maestros o referentes fotográficos, ellos siempre rozaban lo del circo. De alguna manera había trabajos más profundos o menos, pero siempre había una fotito colgando por ahí, claro habían muchos fotógrafos que si bien no todos tenían libros o exposiciones dedicadas al circo, sí tenían pequeños trabajos, pequeñas fotos, desde allí me quedó rondando esa temática como algo interesante porque uno intuye que entra a un mundo súper ajeno pero también un mundo mágico, atemporal todas esas cosas como lúdicas, una serie de sinónimos que desde chico uno va creando colectiva o individualmente del circo.
Mi señora Pilar Ducci, me acompañó en verano ya que yo tenía que ir a San Antonio y después íbamos a recorrer más o menos sin rumbo por toda la costa en un jeep, en el camino a Pichilemu como a las once de la mañana vimos un circo y dije Ah, ya, ¿sabes qué?… entremos entonces, llamamos y salió una señora, después entendí toda la dinámica. Obviamente, dijo no está el dueño qué sé yo, no se puede, bueno también aprendí que a las once de la mañana están durmiendo, bueno yo miraba el circo como la estructura Además yo trabajo en blanco y negro Entonces el color no era importante, pero, sí había algo ahí bueno. Seguimos el viaje y yo hice las fotos que estaba haciendo, pero yo siempre tenía en mente el circo.
¿Cuáles son tus principales motivaciones al fotografiar el circo?
Mis intenciones al fotografiar circo van a la cultura popular, a estos grupos humanos en una versión más antropológica también , lo tradicional, un poco como escarbar como en mi propia historia, por así decirlo, de dónde vengo, cuál es este país, quiénes son, qué hacemos, dónde están y un poco recopilar como la Violeta humildemente, de hecho sabía que Sergio Larraín acompañó a la Violeta mucho, eran muy amigos con Violeta Parra, la acompañaba a los campos, y esa dinámica, esa mezcla por así decirlo, entre Violeta Parra y Sergio Larraín acompañando a la Violeta al mismo tiempo de ir recopilando de cierta forma también era aprender a encontrarse.
¿Cómo lograr ser aceptado por este nuevo mundo del circo que estabas conociendo, en qué momento logras que te integren en este mundo para comenzar a fotografiar?
Esa anécdota en el fondo que cuando veo el primer circo, no nos dejaron entrar en la fotografía y seguimos camino, como a los cuatro días, otro circo en un atardecer increíble al lado del mar, nos acercamos eran ocho de la tarde, era verano y me acerco a alguien y le digo hola, buenas tardes, ¿sabes qué? andábamos viajando desde Santiago ¿a qué hora es la función? como a las nueve y media dice, yo le digo podría sacar alguna foto a la carpa, me gustan todas estas cosas, bueno, me dice dele nomás, ¿y me puedo meter adentro? sí, haga lo que quiera y la Pilar se quedó conversando con ella, ya, pues, me gasté en esa qué sé yo, media hora, cuarenta minutos, me gaste unos ocho rollos de seis por siete, o sea, ochenta fotos tiré lo que es mucho para mí, yo generalmente no disparo tanto. La Pilar seguía conversando con ella y nos dice oye, ¿no quieres tomar un cafecito? nos invitó para adentro tomar un cafecito, se sumó el papá, el hermano, el sobrino y empezaron a contar anécdotas y la Pilar en llamas, yo siempre ando con una Tascam y la Pilar le pidió permiso le dijo ¿puedo grabar esta conversación? Sí, sí, sí nos invitaron a la función lo pasamos la raja, qué sé yo y ahí inmediatamente nos dicen si queríamos alojar ahí, o sea, en la casa… dormimos ahí y a la mañana siguiente… nos dicen oye, ¿pero de dónde van? Vayan a ver a mis primos que están… literalmente en el pueblo al lado a veinte minutos ¿en serio? ¿Y podemos ir de parte de ustedes? claro, vayan y pregunten. Llegamos y les comentamos que veníamos de parte de los Gálvez, nos dijeron por favor delante, les pregunté ¿puedo sacar fotos? Claro me respondieron, ese viaje de veinticinco días se transformó de solo ir a buscar un circo, en Puerto Varas en conocer veintidós circos.
¿Qué es lo que más te gusta fotografiar del circo?
Yo me embalé haciendo retrato, empecé a cachar las dinámicas que más que el acto de la pista en las que debo tener buenas dos o tres fotos me acomodaba el retrato ¿qué pasa afuera? ¿qué pasa cuando… ? No sé, o detrás del coreto, cuando se están vistiendo o calentando ¿qué pasa en el día a día? cuando la… la ropa… cuando cosen la carpa cuando… en esa época alimentaban los animales, esas cosas que no todo el mundo tiene acceso, a su vida cotidiana, sus caravanas, sus camarines, la ropa colgada afuera ¿cachai? más por ese lado, la parte de su intimidad que claro no es tan fácil acceder también.
En este periodo en particular se reforzó una manera, un estilo, quizás es difícil hablar de un estilo, pero sí una manera de que yo me siento cómodo, de esperar el momento de que… en que el marco te dice ya esto es lo que yo quiero a ver qué pasa dentro de esta película, de estar sentado conversando y esperar ahí hasta que pasan dos personajes y pum, como bajar un poco la ansiedad, esperar y al final es cómo gastar las balas justas, por una cuestión de ahorro también.
Fui puliéndome más que… cambiar algo como que me fui puliendo, como saber realmente lo que yo quiero hacer y cómo lo quiero hacer, eso depende mucho de un aspecto quizás más técnico como de la estructura de la fotografía, de la arquitectura que uno decide instalar dentro del cuadro y cómo eso dialoga con lo que está fuera de este, también con los personajes que integro en mis fotografías o cómo van a dialogar estos personajes con el entorno que los rodea.
Al principio cuando fotografiaba la pista decía, pucha, ¿cómo resuelvo esto? hasta que me di cuenta que no iba por ahí, porque no tenía o no tuve la capacidad de resolverlo fotográficamente en el escenario. Por lo tanto, dije, ¿sabes qué? Me quedo afuera. Como decisión, ¿sabes? no la voy a pelear, no encuentro que pueda hacer algo aquí, las carpas sí, las carpas por dentro, buscando formas y cosas, retratos, arquitectura de carpa, vida cotidiana, personajes, aparatos.
¿Sientes que con tu trabajo también estás de alguna forma rescatando el patrimonio cultural del circo?
Sí, porque el ego funciona ahí también. O sea, como decir, ¿para qué hago esto? No solo me gusta viajar, sino conversar. Y disparar, es decir, bueno, ¿qué va a pasar con esto? de alguna u otra manera, después de tantos años y de hacer exposiciones hoy me contaba el Bruno Caprario del Museo del Circo, ahí en la Estación Central, me dijo; vino una señora y estuvo viendo los afiches y había un afiche y me dice, está mi abuelo ahí, y yo, ¿cuál es tu abuelo? El chamaco, chamaco payaso. Fueron a la bodega porque todavía no instalan las fotos y una de las fotos que yo tengo allí es del chamaco, que murió un mes después de que lo fotografié, ve el retrato y Bruno le dice, bueno, esta es una de las últimas fotos que le tomaron, y se larga a llorar y llamó al papá que estaba en Inglaterra y llora al papá de Inglaterra por teléfono y qué sé yo. Entonces le dije a Bruno pídele los datos y que en algún momento le voy a dejar su foto del chamaco. Con eso te digo que no sé si la trascendencia que pueda tener el trabajo, pero obviamente si es bueno o malo, eso el tiempo lo decidirá, mis colegas o quien sea. Pero de que sí hay un reducto ahí de memoria, lo hay. Otra cosa que aprendí es que la gente del circo, es que sí valora la fotografía como todo el mundo, la fotografía familiar y qué sé yo, pero en muchos casos se les han quemado, se les han… inundado las fotos, se les han perdido, Entonces, ha generado algo lindo también.
¿En tu experiencia fotografiando de circo, recuerdas alguna fotografía o quizás alguna instancia en particular?
O sea, tengo anécdotas y momentos importantes, hay varios. Sobre todo, para mí importantes hay muchos, pero son muy personales, en el fondo que estás solo tú con la cámara, la persona no sabe muy bien lo que estás haciendo. Yo creo que el efecto se produce cuando tú le devuelves la fotografía a esa persona, como lo que pasó con esta niña que vio la fotografía. Es decir, cuando uno la está haciendo, la gente puede tomarle más casos o menos, pero es cuando… Se plasma esa fotografía y tú la puedes mostrar o exhibir o que esté en un libro, eso les produce un orgullo, es bien interesante lo que pasa ahí. Que no solo con el circo, pasa con todo el mundo cuando se siente medio incógnito y esto lo pone como más al frente. Pero así una anécdota, en el momento de fotografiar de estos viajes dentro de la carpa, Isla de Pascua, yo creo allí fotografié al Lillo Caluga, a Microbio, él estaba como llorando, entonces, al lado de la carpa, con su traje payaso y todo, solo en un rinconcillo, como, que di unas vueltas, lo veo y ¡pum! Después me senté a conversar con él y estaba emocionado, porque me decía, mira, es el sueño de toda mi vida y no solo mío, sino que de mi papá y de mi abuelo. Y también como de mucha gente del circo, de venir a Isla de Pascua. Me decía, y no venir como turista, venir a trabajar, ese viaje también fue organizado por mí y por la Pilar. Entonces, no solo en lo fotográfico, sino que también todo lo que nos metimos más adentro de lo que esperábamos, yo te diría, en gran parte el reconocimiento del circo del año pasado sobre patrimonio fue gracias a Pilar. O sea, gracias al circo, porque se lo merece. Pero toda la que ordenó la información, la que tuvo reuniones, fue ella y es que las fotos sirvieron para certificar ciertas cosas, la cantidad de circo funcionando, la cantidad de los distintos roles.
¿Francisco, el trabajo y toda la investigación sobre el circo te han permitido conectarte personal y profesionalmente con tus raíces y motivaciones para convertirte en fotógrafo?
Sí, yo creo no sé si, más que como descubrir algo nuevo, uno va donde más o menos reconoce algo, ¿no? si no tengo algo que de alguna manera me vincule, creo que no tengo mucho interés, o sea, yo no podría ser un fotógrafo de revistas, de ir a las islas en Taiwán, a fotografiar una cultura X, si me pagan, voy, no sé si lo haría bien, pero no sé si me nace un interés como tan ávido como el que aparece cuando yo decido hacer una serie aquí en Chile de la cueca, del circo, cantoras, Isla de Pascua, son cosas que de alguna manera yo elijo porque me inundan, yo estoy un poco ahí, qué sé yo, quiero también encontrar respuesta a cosas que me están pensando, sucediendo.
Y en el tema del circo se me reforzó la idea y la práctica de la multifunción en una persona, yo hago mil cosas, trabajo con las manos, construyo casas, sé arreglar un auto, sé hacer cosas, de ahí esa admiración que le tengo a la gente del circo, que no sólo sabe hacer un número, sino que son electricistas, soldadores, mecánicos, como que resuelven la vida en todas sus áreas, muchos hablan muchos idiomas, han viajado por el mundo, pero autoconstruidos, ¿me entiendes? Claro, la reinvención también, no por la academia, sino que por el estilo de vida.
¿Francisco cuéntanos sobre los trabajos que te ha tocado realizar en tus años realizando circo y en qué estás ahora relacionado a esto?
Exposiciones ha habido muchas, colectivas, individuales, en regiones, en Europa, en Estados Unidos, qué sé yo, es un tema bastante universal también. Sí. Pero yo siento que esta serie se termina con el libro, lo he postulado dos veces y no ha salido porque se necesita plata, obviamente, que no tengo, pero también creo que darle el último impulso para hacer el cierre.